lunes, 21 de diciembre de 2009

Meditación de una noche vieja

Por: Humberto Rivas

La noche apacible golpea mi memoria
y asoman a su puerta rostros del recuerdo.

De éstos unos hieren,
otros acarician con ternura.
Esta noche también desentraña
mi presente y me sugiere un
porvenir misterioso.

Todo eso soy yo, la suma del
ayer, del hoy y del mañana. Soy
lo que fui, lo que soy y lo que seré.

Pero mi yo más que totalización en
la historia, es incólume deseo de trascendencia.
Porque la vida es eternidad encerrada
en este pedacito de tiempo.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

¡Por fin!

Por: Franklin Peralta

Hoy terminé por fin de extrañarte
sin quemar en la hoguera tus te quiero
olvidados junto al escaparate
sin ninguna protección ni esmero.

Quisiera sentir rabia al recordarte
llamar a tu cariño traicionero.
Pero no puedo, porque sería mancharte
después de haber sido tú mi lucero.

No te extraño y no te olvido.
Es la conclusión a la que arribo,
porque sé que nunca me has querido.

Sin cerrar este corazón por derribo,
como tantas veces me había prometido,
éstos son los primeros versos que te escribo.



(Inicio: Diciembre 1998 / Final: Abril 2009)

domingo, 13 de diciembre de 2009

Metástasis social

Por: Héctor Martínez D.


Metástasis social: la imposibilidad del no ser siendo
Epístola de una conciencia dormida con urgencia de reencuentro

Hoy, 31 del mes 12 del año 2,499.
Aquí en la Ciudad de los Vivos Sepultados
C/ Asunción de la indiferencia, N. No transparentado.
Residencia que espero no asuma como legado.
Héctor Ant. Martínez Diloné.


En el ocaso de lo que pude haber sido, te dejo esta nota de desahogo y sucesión, esperando reencontrarme contigo en una nueva conciencia de saberme siendo sin necesidad de más certezas. Mis notas comienzan recreándote lo que paulatinamente comencé a vivir y que sin embargo no fui capaz de detener por ti.

Nuestra sociedad estaba viviendo una etapa de metamorfosis estructural cuyo progreso era tan sutil que no se podía medir en categorías de velocidad-tiempo ni en categoría de extensión. Lo más que nos podíamos acercar era a una apreciación desde marcos valorativos en términos de intensidades.

Era un proceso que sutilmente nos convertía en parte suya, favoreciendo que en la medida que nos hacíamos segmento de él, nuestras constataciones se iban haciendo menos evidentes, dado que al entrar en su parámetro de lo normal, ejercía mayor fuerza en hacernos parte de sí y por ende, en reconocerle como inevitablemente normal e inevitablemente necesario. Sólo quienes tenían la dicha de mantener cierta dosis de inmunidad y podían atisbar en esta metamorfosis su color de metástasis, podían mantener la chispa de la utopía y el sentido de ser humano que nos fundó como seres.

Seguíamos inaugurando una sociedad en la que para sobrevivir necesitábamos cada vez más despojarnos progresivamente de todo aquello que nos daba la posibilidad de ser humano, de ser gente. Lo que nos caracterizaba como ser que era viviendo, no como ser que era existiendo, se convertía en razón para situarnos en condición de indigentes, aislados e insoportables; y cada vez más, la negación de todo lo que nos hacía ser persona se convertía en necesidad irrefutable de subsistencia. El egoísmo y la indiferencia ante los desdenes, desolaciones e infravaloración de la vida dejaron de ser preocupaciones morales, y comenzaron a ser estrategias por excelencia de sobrevivencia.

Estos cambios estructurales se explicitaban cada vez más en nuevos marcos de normalidad, vehiculados en la socialización de sueños, deseos, fantasías y expectativas de mera existencia, cuyas identidades nada tenían que ver con lo que sustantivamente significaba ser humanamente persona. En torno a esos deseos, sueños y fantasías se configuraban marcos de relaciones que sustentaban nuevas formas de no ser, nuevos modos de morir al dolor que generaba la preocupación por ese otro que me encontraba, que me urgía, me interpelaba, que me descubría, me entusiasmaba y me acusaba con su sola mirada. Los reforzamientos de caparazones de nuestras propias honduras convocaban y centraban ya nuestros mayores esfuerzos y empresas.

Esto, traducido en acontecimientos interconectados de nuestras peculiares cotidianidades se podía apreciar en nuestras angustias por realidades que no representaban lo que vocacionalmente habíamos concebimos como nuestro verdadero más y como el real sentido de ser gente. Y la reminiscencia de esto último era la más auténtica decisión de precipitar el propio avocamiento a lo distinto, lo cual representaba otra de las más seguras señales del avenimiento de un ocaso que acortaba nuestras ilusiones.

El sólo intento de querer hacer vida fuera de los sentidos de esta espiral metástica era la razón primera para que se nos situara como anacrónicos y desdichados. El propio precio y recompensa se hacían presente al instante: el dolor de un parto sin criatura.

Lo peor de todo esto era la transfusión constante de este no ser que socialmente nos suministrábamos desde los escenarios más primarios y privados hasta los escenarios más formales y públicos. Nuestros hijos iban creciendo con esa savia que día a día les transfusionábamos con nuestros nuevos miedos, preocupaciones, sentidos y prioridades que nada tenían que ver con lo que en nuestros primeros genes conteníamos.

Lo más impactante de todo esto es que cuando la adultez de ustedes nuestros hijos (ya para el momento decir queridos no era posible ni como recurso metafórico) era ya parte del zaguán que nos refrescaba, nos comenzamos a dar cuenta de que ya no sufrían ni el miedo a sufrir por el posible recuerdo de lo que no fueron y que dolorosamente ya en nuestra dichosa longevidad seguíamos siendo indiferentemente conciente de que por propia decisión fuimos renunciando a ello, postergando instantes de vida y utopías.

Dado que en esta nueva experiencia de no ser que se alimentaba de la progresiva ausencia de significatividades del ser, se hizo práctica dar cuenta de estos procesos de metástasis con unidades de medidas que lo hicieran parecer objetivamente real, constatable y normal, presentándose día tras día episodios y sucesos fríos, solo cuantificables, cual episodios cinematográficos, pero reales, en la que el dolor y la crudeza en que se despedían millones de vidas, representaban los principales distracciones. Se intentaba adormecer el propio dolor en el goce con el dolor de otros, que al parecer distantes, no eran suficientes para irrumpir esta espiral que seguía mutando la mirada y el corazón de los individuos y la sociedad.

Las primeras y reiteradas presentaciones para confirmar que era un mundo real, con unidades de medidas concretas que sirvieran para simular una comprensión objetiva con sentido de obviedad de esta metástasis social, fueron el progresivo número de torrentes circulatorios coagulados por las impactantes fuerzas de la pólvora y el plomo que estaban siendo utilizados en los pueblos de Medio Oriente para seguir abriendo paso a esta nueva forma de no ser. También, se nos presentaban grandes episodios y sucesos de millones de identidades, sirviendo de novedad y sustento a tantos nuevos modos de no ser. Tampoco se dejaba de ostentar el agotamiento de vitalidades naturales que sustentaban a esos sujetos autodenominados seres humanos, de lo que ya sólo quedan gritos dormidos en algunos longevos. Esos recursos naturales hoy son entidades reconstruidas y simuladas en recipientes de almacenamiento para la comercialización de esas necesarias posibilidades de no seguir siendo.

Esta mi conciencia que recobra su tensión en la medida que se acerca a su nuevo encuentro cósmico y con menos miedo al dolor de dejarse descubrir siendo, quiere hacer su entrega confirmando que se despedirá sin conocer el perdón. El perdón de sí misma, que no merece, no sólo por atrincherarse en las cicatrices de un planeta árido por nuestro desagradecimiento, sino más bien por haber apostado también a la generación de nuevas grietas que amurallaron a otros sin preguntarles o darles la posibilidad para resignificar y recuperar su no siendo que poco a poco fuimos trenzándoles. Hoy recreo mi agonía en la esperanza de ser redimido por reales intentos de vivir, de ser siendo, de recuperar los horizontes que revitalizan la peculiaridad de lo humano.

Cuando leas esto, criatura que participas de mis entrañas, quisiera que me recuerdes intentando volver a vivir siendo, siendo humanamente reconocible y vivible; trascendiendo la sola existencia, dando paso a la vida.


Atentamente:
Tu Antepasado Recrudecido

martes, 8 de diciembre de 2009

Andresito Reyna

Por: Luis “El Terror” Días

Salió echando tres carajos
tembló el seto de madera
dejó su mujer llorando
ella lloraba de pena

Hombre jugador de gallos
hombre hijo de las tabernas
salió en busca de desquite
sin dejar nada en la mesa

Ay, ay, ay
Eso no se hace
Andresito Reyna
beberse los tragos
también la botella

Eso no se hace
Andresito Reyna
beberse los tragos
también la botella

Así metido en curú
a la aguardiente se entrega
así no le gustó el paro
así da un golpe en la mesa

Entonces cuchillo en mano
allí se armó la pelea
le ven saltar como un dado
con el intestino afuera

Ay, ay, ay
Eso no se hace
Andresito Reyna
se bebe los tragos
también la botella

Eso no se hace
Andresito Reyna
se bebe los tragos
también la botella

Así perdió la partida
así perdió la pelea
así su mujer llorando
ahora le prende la vela

Y qué será de esta mujer
que se viste en tela negra
para guardar el recuerdo
de un jugador que perdiera

Ay, ay, ay
Eso no se hace
Andresito Reyna
se bebe los tragos
también la botella

Eso no se hace
Andresito Reyna
se bebe los tragos
también la botella

jueves, 3 de diciembre de 2009

La Vida

Por: Sandy R. Genao Cruz

La vida:
es plenitud y libertad,
pero es tiempo limitado,
es mirar la realidad,
es soñar con lo anhelado.

La vida es caminar,
es sufrir los sinsabores,
en el camino flaquear,
pero vencer los temores.

Es un instante, un suspiro,
pero es un pasar haciendo,
llorar cuando hay que llorar,
y reír cuando sea tiempo.

La vida es ver el presente,
asomarse a la ventana,
es recordar el ayer,
es mirar hacia el mañana.

Es intentar ser feliz
y luchar por lo que quieres,
es vivir a plenitud,
es no temer a la muerte.

Es la vida simplemente
la suma de lo que somos,
nuestras alegrías y tristezas,
nuestros fracasos y logros.

lunes, 30 de noviembre de 2009

Franklin

Por: Soyri Lebrón

Siento una alegría inmensa
de haberte conocido
pues no supe lo que era un hermano
hasta que estuviste conmigo

De ti me siento orgullosa
lo puedo decir a boca llena
porque nunca diste tormento
más bien alegría plena

Aunque ya no estés conmigo
siempre voy a recordar
los momentos tan hermosos
que juntos pudimos pasar

Hermano fuiste un gran ejemplo
no lo digo porque ya no estás
simplemente las cosas buenas
no se pueden olvidar

miércoles, 25 de noviembre de 2009

La verdad, la pura verdad

Por: Jacinto Sención

Una triste melancolía inunda todo su ser, parece fallecer, pero no, sigue ahí luchando, lo acompaña la soledad, su nueva compañera. Se ha ido, no está, sí está. Regreso. Su destino la persigue, la vigila, la atrae, está con ella, pero se impone, lucha por su presa y no renunciará a ella.

Sola no está, ni estará,
sólo este día y nada más,
tus lágrimas cesarán,
tus angustias pasarán,
una nueva eternidad.

Retumba el silencio, domina el ambiente. No dilata su partida, se tiene que ir. Su mirada repartida no abarca más. Es el horizonte su atracción. Le sigue, se aleja, no se juntan. Es la pura verdad. ¿Qué es la verdad? ¿Existe? ¡No lo sé! ¡Puede ser! ¡Sí, es la verdad! Es ella y nada más. No hay duda que lo es: melancolía, angustia, soledad, silencio, es la verdad, la pura verdad.

Sola te quedarás,
viviendo en soledad,
sabiendo que no tendrás,
una nueva eternidad,
¿no será esa la verdad?

Ya llega. No se detiene. Es su hora. No lo sabe, su partida inesperada. La interrumpe, no perdona. Se resiste a comprender su destino, por eso su lucha permanente, incesante. No lo acepta, su tristeza la delata, pero se tiene que ir, no sabe a donde pero se va. ¿Regresará?, tal vez, quién lo dice, quién abierto. Nadie, sí vino alguien. Se quedó, no marchó y no volvió jamás. Hasta pronto tal vez, hasta nunca quizás.

Se nace con ella y ella está
al lado por siempre hasta el final,
por más que no se quiera aceptar,
es el destino y nada más,
¿no será esta la pura verdad?

Solitario en el ancho mar de la tristeza, sólo sus recuerdos dan sentido de por qué vivir, ya que de su vida hizo de la mía el porvenir, que al final sería el mismo destino que será de todos y que fue de ti.

Tus recuerdos serán siempre
un motivo para luchar,
una lucha permanente,
de buscar esa verdad,
hasta pronto tal vez,
hasta nunca quizás,
¿no será esa la pura verdad?

viernes, 20 de noviembre de 2009

Sombras del ayer

Por: Eddy Ulerio

Mi vida se ha vuelto una maraña
desde aquel adiós sin esperanzas.

Sufro mi soledad con tanto sopor,
que mi piel se crispa,
cuando en el viento siento tu aliento.

Me cuesta creer que vivas
nuestras distancias
sin la más mínima culpa.

Entiendo tu pragmatismo
y ese sacrificio ruin de tus sentidos,
que rompe mi lógica en mil pedazos.

Hoy me encuentro rearmando mis esquemas
que sucumbieron entre tus dedos,
cuando el desliz supo más que la cordura.

Ya no te espero con la euforia de ayer,
ni me desvela tu fantasma al tocar mi puerta.
A veces te pienso, es cierto.

Pero ya no podrás recuperar
lo que te llevaste en tu huida.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Un Caldo de entrada

Por: Rafael Álvarez de los Santos

No quiero entrar en una especie de tratado sobre cómo surge el caldo de entrada, porque no es el interés de este escrito, sin embargo pienso que en alguna otra ocasión podríamos hablar de eso.

A lo que sí quiero referirme es a un hecho sucedido hace mucho tiempo (1990) y cuyo protagonista una vez más fui yo.

Había venido a la Capital creo que por segunda vez en mi vida. El sacerdote de mi pueblo me había invitado a venir con él al aeropuerto a buscar unas personas que llegaban de Puerto Rico, recuerdo como ahora mismo.

Al salir del aeropuerto fuimos a comer a casa de una familia muy adinerada que nos había invitado a su casa desde hacía mucho tiempo y aprovechamos la ocasión para presentarles los nuevos amigos que venían por primera vez al país y de paso pegar el sello en esa casa.

A la hora del almuerzo estábamos ante una mesa muy bien decorada, con una persona que nos servía y todo eso. Imagínense lo extrañado que yo estaba, pues eso sólo lo había visto en las telenovelas y les juro que no creía que era cierto hasta ese día.

La cuestión es que las personas habían puesto un caldo de entrada. Yo, que tenía un hambre terrible, me pregunté para mis adentros en una actitud muy machista, aunque podría decir campesina para ese tiempo: ¿Y esto es lo que vamos a comer? ¿Esta vaina es comida pa’un hombre?

Y como no veía indicios de más nada le entré al caldito ese como a la conga. En medio de mi desesperada hambre y de mi desilusión ante lo brindado, me bajé como tres tazas de aquella sopa (perdón caldo de entrada).

Una vez habíamos terminado mis ojos se hicieron presa de un decepcionante asombro cuando veo que traen de los predios de la cocina tremendo manjar: pollo horneado, arroz con puerro (primera vez que yo veía eso), ensaladas y en fín, trajeron de todo.

Para mi desgracia ya tenía el estómago que no le cabía ni la menor duda por lo que tuve que resignarme a decir que tenía algunas preocupaciones y por eso casi no tenía apetito. Claro, era evidente que tenía que estar preocupado ante semejante desgracia.

Al salir de esa casa el sacerdote estaba incómodo conmigo y me dijo: ¿Es que cuando tú sales de tu casa se te cierra el estómago? Y le contesté que el problema estaba en que ya me había llenado con la sopa esa (perdón caldo de entrada).

Fue en ese momento cuando me sacó de mi ignorancia al decirme: “eso no es ninguna sopa, era un caldo de entrada para ir haciendo estómago”. Ahí fue que la cosa se me complicó de verdad, pues jamás podía imaginarme que dizque antes de comer se hacía estómago. En mi caso el estómago ya estaba hecho y lo único que tenía era hambre y mucha.

A partir de ese momento tengo muy pendiente cuando me ponen caldo de entrada, para decir “No me apetece, muchas gracias”. He tenido que tomar esas precauciones para no ser presa de la ignorancia una vez más.


* * * * * * * * * * * * * *


¿Caldo de entrada otra vez? No señor.

Pasaron muchos años, seis años para ser exacto, y la vida me brindó la oportunidad de estar una vez más en otro almuerzo similar, pero esta vez en un hotel.

Nos habían invitado a cantar en un hotel de Higüey y era un concierto-almuerzo. En dicho almuerzo se encontraba la crema y nata de esta provincia junto a la clase política de este país, así que se podrán imaginar la magnitud del evento.

Al momento del almuerzo lo primero en tener en cuenta era la jodida sopa (perdón caldo de entrada) para que no me atraparan fuera de base de nuevo. Estaba tan pendiente de eso que apenas se me acercó la joven que servía le pregunté ¿tienen caldo de entrada? Asintió con la cabeza, aunque con el seño fruncido, dando la apariencia de estar sorprendida.

La joven no contuvo su curiosidad y me pregunta: ¿Por qué lo pregunta señor? Mi respuesta fue contundente: para que me haga el favor de no servírmelo, porque hoy sí quiero comer.

La joven tampoco entendió mi reacción ni yo me empeñé en aclararle, pero de lo que sí pueden estar seguros y seguras es de que ese día comí por el día que no pude y por ese día, o sea comí doble pero sin sopa, perdón sin caldo de entrada.

jueves, 12 de noviembre de 2009

Espacio interferido

Por: Nicolás Guevara

En lo que era su mayor gesto de sinceridad a lo largo de sus vidas, el mundo, y sus pequeñeces, quedó atrás en un instante:

La puerta resonante se cerró a sus espaldas. El silencio tomó posesión de las cosas. Olor a vida, un olor a piel bañaba el cuadrante. En un extremo reluciente, un lecho tibio de sábanas y poemas se extendía sediento. Ella, liberando sus cabellos, dibujó algunos pasos hacia el fondo de la habitación. Él tiró la última bocanada a su cigarro al tiempo que dejaba caer hacia la calle su vista de joven halcón enamorado.

Verdes cortinas cubrían la atmósfera. Un viento frío, escapado del mar, les helaba las narices y los dientes, acrecentando el pánico agradable de la entrega. Ella, con asombro de mujer mal sentada, reclinó su estatura de bronce sobre la cama dejando escapar el brillo grave de sus ojos. Él, rígido, se acercó apenas respirando como quien comete su primer pecado.

Afuera, trémula y turbulenta, se horizontalizaba la ciudad con cementerios, mercados, burdeles, talleres, impostores y habladores, artesanos y poetas. Mientras caía la noche sobre peatones y vehículos que con destreza acrobática se disputaban el pavimento en una absurda rutina del vivir. Adentro, donde pierde sus límites la vida, dos cuerpos acrisolados, frágiles y desnudos proyectaban su entrega en el espejo justo al instante en que ella dijo con ahogada voz: “La luz, por favor, la luz…” ¡Y ya, no supe más de mí!

(Tomado del libro: Las piernas de mi poesía, 1987)

domingo, 8 de noviembre de 2009

Vivir lentamente

Por: Humberto Rivas

Hoy abro los ojos lentamente abstrayéndome
en cada figura visible o imaginada,
inhalo paranoico la existencia que se cuela
a borbotones por mi ventana y la degusto
exquisitamente cual si fuera la última gota.

¡Me da gusto estar todavía vivo en medio de
tantos muertos, a veces reales, a veces aparentes!
¡Me alegro de que mis ojos te vean,
mis oídos te escuchen, sentir sobre mi pecho
la reclinación de tu cabeza.

Sentir lentamente la lluvia, el rocío, el frío,
el calor, oler la flor de la pradera,
broncearme de colores todo entero
bajo el rayo de una mirada.

Ser payaso de la fiesta, artista de obras
invisibles, trapecista y equilibrista sobre
cuerdas que van de corazón a corazón.

Declarar guerras a mis enemigos
y suspenderlas ya en el campo por falta de motivos.
Quedarnos bailando embriagados con una botella
de risas, descorchar sonetos y servirnos copas y copas,
en este día que quizá sea eterno.

Porque la vida lentamente así vivida, en realidad
nunca termina, ni aun cuando se diluya entre mis dedos
mi tiempo.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

La última luna

Por: AA. VV.

Asunto: Propuesta para poetas y/o insurgentes del foro (20/11/02)

Mensaje:

Os propongo la realización de un soneto en la técnica de cadáver exquisito. Uno empieza con un verso y el resto copian la intervención anterior y añaden su verso hasta completar los catorce. Si os es posible respetad métrica y rima. Se ruega a quien no le interese que no joda demasiado y descubra las virtudes de (¡”!!#$ se omite el resto de la frase por pudor). Como iniciador de la tontería me permito el lujo de empezar:

Besos y botellas en cuarto menguante
madrugada negra de un mes de febrero
nueve meses antes del parto sin sangre
donde encontraste mis labios primero.

¿Y quién dice que no fueron tus temores
el as en la manga de un Dios precavido?
Biografía discreta de falso amores
broma pesada del infante cupido.

Y pensar que todo acabará mañana
¿Puede media vida caber en un beso?
¿Puede un beso enredar en maraña?

Déjame terminar de saciarme en tu piel
y libera a mis labios de miedos
muéstrame que no todo sabe a hiel.

sábado, 31 de octubre de 2009

Gatuperio

Por: Héctor Martínez D.

Surge, crece y transforma,
sin miramiento tus toques haces espontáneos
levanta contradicciones
te haces necesario
resurge cada segundo diversificado

Sobre ti se legisla
se hace arte
catarsis
y empresas

Crece y ocupas atención
para unos como necesidad
para otros como temor;
gozas de enemigos,
de adeptos y promotores
recreándote en la contradicción

Tu agilidad vuelca esfuerzos
anhelos y utopías
en paréntesis de indignación,
en impotentes desconciertos
en penas y reclusión

Tu antítesis no es noticia
ni presencia concienciada
pues tu estar roba sacrificios,
trastorna nervios
enloquece miradas.

En la desobediencia naciste
y desde ese mito de tu nacimiento
te hace de muchos justificación.

Para uno eres dinamismo,
para algunos maldición
y para todos incertidumbre,
y de los íntegros desesperación,
solventándole, también, desilusión.

Eso eres tú,
mal,
vacío
sequedad
gatuperio
que al mundo ocupa en tu superación
y al cielo en ofertas de gloria
o aviso de perdición,
como si este inmediatismo
diera posibilidad a ejercicios de concienciación.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Soy...

Por: Sandy R. Genao Cruz

Soy de los que piensan que el mundo puede mejorar,
soy de los que sienten que las cosas tienen que cambiar,
de los que no toleran el abuso y la maldad,
de los que primero preguntan, para luego opinar.

Soy quizás, de los llamados raros en este mundo,
soy de los que ven la vida como un camino de frutos,
de los que piensan que todos tenemos algo que decir,
de los que ven más provechoso callar, observar y oír.

Soy de los que saben todo y al final no saben nada,
de los que llaman ignorantes a muchas personas "letradas",
de los que según el comercio, se han quedado en el camino,
de los que no se acostumbran a este mundo en que vivimos.

Soy un tipo no estudiado, sin costumbres ni complejos,
soy de los que reaccionan mal si me tildan de pendejo,
de los que precisan de poco para vivir esta vida,
de los que rechazan el odio, la falsedad y la mentira.

Soy sólo una persona con su manera de ser,
soy quien piensa en levantarse aunque vuelva a caer.

sábado, 24 de octubre de 2009

A él

Por: Soyri Lebrón

Lo quieres porque sí, porque siempre está contigo
a donde quiera que vayas, no importa el camino

En todos los momentos buenos y malos
a pesar del parentesco, lo consideras un hermano

Lo quieres por el cariño que siempre te ha brindado
que a pesar de cómo se siente, contigo es diferente

Por el grato sentimiento de tu amor hacia él
con tan sólo cinco letras lo remueves de placer

En la alegría ríe contigo, en la tristeza te sirve de abrigo
no olvides hermano mío que así siempre será un amigo

Si alguien ha encontrado esta grata compañía
considérese afortunado para toda la vida.

martes, 20 de octubre de 2009

Día Nacional del y la Poeta Dominicana: Los que nunca mueren

Por: Jacinto Sención

Escucho voces conocidas,
ayer, hoy, mañana también,
palabras que no caben en el papel,
volaron rumbo al sol,
rumbo al propio ser,
sin detenerlas tiempo y espacio,
navegando de puerto en puerto,
en la libertad de los vientos.

Tan sincero como Martí,
con la ausencia de Borges,
sin perder los sonetos de Neruda,
ni olvidar el pasado efímero de Machado,
hoy me gusta la vida mucho menos
al igual que Vallejo,
creo que el sur existe como Benedetti,
y me voy con la guitarra en duelo mayor de Guillén.
Por que sé que hay un país en el mundo,
que aunque en ruinas,
no deja de parir hombres y mujeres,
que como Pedro y Salomé,
vivieron en duelo el dolor,
de ver países pateados,
por botas negras no del negro,
sino del blanco que siempre aprieta,
hasta no ver la libertad.

Viva el poeta en la poesía,
viva el poeta la vida,
viva el poeta a la puerta,
para traspasar los muros,
que a través del tiempo,
han querido callar la voz,
de los poetas que nunca mueren.

domingo, 18 de octubre de 2009

Peripecias de un dominicano en un estadio de pelota

Por: Rafael Álvarez de los Santos

A raíz de las fotos que les envié por correo de mi primera experiencia en un estadio de béisbol, recibí la reacción de mi estimada Álbida, quien me decía que tenía cara de mal humor y que debí salir más sonriente. Pues les digo que, a pesar de la experiencia, sí estaba de mal humor y paso a contarles por qué. Tómense un café que el cuento es largo.

Cuando se nos informó que iríamos al estadio en Washington inmediatamente apelé a mi sentido patriótico y dije “qué bueno, porque el manager y algunos jugadores son dominicanos. Intentaré tomarme algunas fotos con ellos.” Mis compañeros venezolanos me hicieron la petición inmediata: “pues péganos a nosotros ahí para salir en esa foto”. De manera que el escenario estaba dado para yo brillar y comérmela ese día.

Por razones que no vienen al caso, mis compañeros desistieron de ir a la sección de fotos que yo habría de protagonizar y me fui solo, primero que todo el mundo para tomarme las fotos. Ya había ensayado la sonrisa sarcástica con que me burlaría de mis compañeros.

Cuando llego al estadio me atiende una mujer de ojos grandes y cara de ñame. Le hice la pregunta con la que introducía toda mínima conversación en ese país: ¿you speak Spanish? Dependiendo de la respuesta yo hablaba en el poco de español que ellos sabían o en el poco inglés que yo sabía.

Su respuesta fue negativa, o sea, no hablaba español. Con mi poco de inglés intenté explicarle lo que deseaba y ante la imposibilidad de entenderme sólo me dijo: “Follow me”; y por si acaso no había entendido lo que esto significaba, me hizo una seña con las manos que la siguiera. Me llevó a una oficina donde otra mujer, quien yo pensaba que sabía español. Le hice la pregunta de rigor (ver diálogo con la mujer de ojos grandes y cara de ñame). Ella también me respondió que no sabía español. La verdad que me pregunté para qué diablos me llevó a esa oficina.

En mi poco de inglés le expliqué a la señora lo que quería. Esta sonrió por un momento y les juro que pensé que Balbuena era un chivito jartoe’jobo delante de mí cuando escuché su respuesta: “I an de estein” (no sé cómo se escribe pero entendí que me dijo que no entendía) y me invitó a sentarme.

Mientras esperaba llegó un periodista que tenía que cubrir el juego, no sé qué me hizo pensar que este tipo podía ser mi solución. Me le acerco y le hago la pregunta de rigor (que ya les he dicho dos veces cuál era). Este me respondió “un po qui to” (imagínense la pronunciación). En su poco de español y mi poco de inglés intento comunicarle lo que quería; después de un largo intento el tipo me responde “no com pren do” (la misma pronunciación), sacó su celular e hizo una llamada. A quien llamó fue a un panameño que sí sabia español; el panameño me dice que le comente qué es lo que quiero, bueno por cuarta vez decía lo que quería. El panameño me pidió que le pusiera al periodista y le dijo en inglés lo que yo quería, el periodista se lo dijo a la mujer de ojos grandes y cara de ñame y esta a su vez se lo dijo a la otra mujer. (En verdad no sé por qué había que hacer todo este show si estábamos en la misma oficina).

La segunda mujer le respondió en inglés a la de ojos grandes y cara de ñame, ésta a su vez se lo dijo al periodista quien a su vez se lo dijo al panameño que aún aguardaba del otro lado del auricular. El panameño me dijo lo siguiente “lo que ellas le recomiendan es que espere a que los jugadores terminen de jugar y los espere afuera para que así le diga lo que usted quiere, pero es bueno que sepa que cuando terminan el juego, primero tienen que bañarse y no salen al autobús hasta que no están todos listos”.

Agradecí al panameño su gesto y después al periodista y me dio deseos de decir en español hijoe’su m…. pero me contuve.

Llegué a mi asiento que echaba chispas. Pero mi ira se acrecentó cuando vi que los peloteros estaban dando por terminada una sesión de firmar autógrafos y de tomarse fotos con los fanáticos. Maldición, ¿y así pretenden que saliera sonriente? Por Dios, creo que sólo a mí me pasan estas cosas.

jueves, 15 de octubre de 2009

Sabor de labios

Por: Nicolás Guevara

Un revoloteo de alas
eleva los sueños hasta la lluvia
en la calidez oscura.
Baile de siluetas:
redondez de la noche en el ombligo
sabor de cielo en los labios
libertad y juego en el instante
como lúdica fusión de dioses
que espanta la muerte frente a mí.

domingo, 11 de octubre de 2009

Mañana la aurora

Por: Humberto Rivas

Me quedé a la orilla del camino,
esperando,
no sé a quién ni por qué,
esperando
como se espera la salvación,
anhelando
como el Sahara
el beso húmedo
del cielo.

Mientras llega,
lloro, río, deshojo
el tiempo con serenidad
y entretengo al viento
para que nunca me abandone
o me despierte
si una silueta crece en el horizonte.

Y atardece ya pero nacerá un alba nueva,
y atardece ya pero mi espera espera
otros estallidos de alboradas.

Me quedé a la orilla del camino
entretejiendo
un nido de fuego,
de adoración
no sé para quién ni por qué,
pero sé que fulgurará
con una sonrisa de sol
después de este tenue anochecer

Mientras tanto yo, aprovecho
esta soledad provisoria
y persuadido por el viento
absorbo profundo
mi presente y mi mañana
escudriño mis recuerdos
y me voy limpiando
el corazón en lo que llega.

viernes, 25 de septiembre de 2009

La banda sonora de lo que viví

Por: Franklin Peralta

(Título tomado en préstamo a dos enemigos)

A Mauro

Fantasmas que regresan
cuentas por saldar
minutos más valiosos que décadas
historias sin editar.

Alivios que duelen
señales por doquier
fuego más que cenizas
preguntas sin responder.

Fuerzas que paralizan
ojos por mirar
olvidos más que palabras
lágrimas sin llorar.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Obsesión

Por: Eddy Ulerio

Esta tentación me lleva por caminos
peligrosos, aún así, no logro detenerla.

A veces quisiera detener mi mundo
y dejar que su fantasma desaparezca
en un abrir y cerrar de ojos.

Pero noto que no se dará por vencida,
por más consciente que esté de esta locura.

Sin embargo, su cuerpo baila en mis sentidos
con la estridencia febril de un amor secreto.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Infinita tú

Por: Jean Suriel

INFINITO el viaje por tu piel
por cada recodo
por cada rincón
mis dedos tejen ilusiones
a cada tacto
a cada paso
infinita la sed que
se cuela por mi lengua
infinito el deseo que
contrae mis labios
infinito el momento que
poseo
tus gemidos elocuentes
tus latidos acelerados
infinita tu mirada que
desdice los prejuicios
infinita tú
plasmada en mi cuerpo con sudor
cada célula mía
te recuerda intacta
-porque nadie ha sabido borrarte-
mi boca aún guarda tu saliva
regenerada en nuestros aniversarios
así te llevo en la memoria
infinita tú

sábado, 5 de septiembre de 2009

Antesala de una duda

Por: Héctor Martínez D.

De preguntas abiertas
respuestas empíricas
razones no comprendidas
quieres expresar que estas
que eres parte de esta sociedad,
suciedad del conocimiento.

Respuestas en imágenes
de hambre,
discriminación
soledades,
cargas sobre tus espaldas
y entre prejuicios insondables
intentas alertar con tu mirada.

Mirada de niña inocente
por tu piel de color soslayada,
de tu propio futuro enajenada
en nombre de un no sé qué
que sólo gesta desgracia.

Tu presente cual síntesis
de historias casi liberadas
futuros ensombrecidos
y perspectivas marchitadas
se diluye en esta sociedad de vacíos
y de negaciones normalizadas.

Entre tantos, ensayas abrirte
en esta nueva era social
pero mientras más,
más te confundes,
si soñar o sólo existir
si soñar y vivir
o si soñar sin vivir.

Y cada día en ti te recluyes,
un día soleas tu espíritu
otro, lo dejas en remojo
pero siempre se renueva tu pregunta:
¿esto es vivir?

domingo, 30 de agosto de 2009

Tu Ausencia

Por: Sandy R. Genao Cruz

Que te vas, eso lo sé,
una acuciante angustia embarga mi alma,
seguro que sin ti las noches serán largas.
No me acostumbraré a tu ausencia,
te lo puedo asegurar,
esa es mi eterna promesa.

Te vas bien lejos, lo sé
no sé si vuelva a verte,
sin tu presencia mi vida será muy diferente,
tu recuerdo no me abandonará,
¡Y no sé si vuelva a verte!,
pero parte de mí, con tu partida morirá.

Te vas, lo he comprendido
no puedo retenerte por más que quiera,
es tu decisión y la respeto aunque me duela,
sin la luz de tus ojos nunca volveré a ver,
y pregunto día y noche
¿Por qué tengo que perder?

Te fuiste lejos de mi vida,
y tu ausencia será eterna.
Vagaré por los caminos, lo mismo que alma en pena,
sin sentir tu dulce voz, tu tersa piel,
seré un errante peregrino,
sin presente, ni futuro, solo ayer.

martes, 25 de agosto de 2009

Un nuevo amanecer

Por: Jacinto Sención


Solitario en lo más lejano de la existencia, incrustado en el olvido de quienes ignoraron su desgracia, pero con la seguridad de que solo no irás al abismo, un abismo marcado por la equidad e igualdad, donde todos compartirán la herencia que por nacer ya habían ganado.

Apareció una noche de verano, con la finalidad de acompañar aquellos que fruto de la ignorancia no sabían nada de la vida y menos de la felicidad. En principio era muy exigente y sus presas eran tiernas, juveniles, y sobre todo, ajeno a lo desconocido.

jueves, 20 de agosto de 2009

Es un acto de cobardía

Por: Soyri Lebrón

Es un acto de cobardía
decir que no antes de intentarlo,
bajar la cabeza ante los problemas,
pensar que no tienes fuerzas para salir adelante,
querer volver al pasado porque todo era más fácil.

Es un acto de cobardía
pensar más de tres veces si te arriesgas o no,
pedirle a otras personas que lo hagan por ti
cerrar los ojos ante la realidad,
hacer lo mismo que hacen los demás.

Es un acto de cobardía
quedarse estático cuando sabes que tienes que caminar,
cohibirte de hablar cuando tienes la razón,
pensar tanto en el qué dirán los demás,
esconder la mano cuando tiras la piedra.

Es un acto de cobardía
retroceder en el camino cuando ya estás llegando,
llorar por las cosas que no has alcanzado,
reafirmar constantemente: yo no tengo la culpa,
decir estoy cansado antes de llegar.

martes, 11 de agosto de 2009

Miradas

Por: Rafael Álvarez de los Santos


El martes 3 de julio de 2007 asistí a una reunión en un ayuntamiento de la provincia Santo Domingo. Debo hacer un paréntesis y aclarar que nunca he sido partícipe de la consabida idea de que el dominicano es impuntual y que la puntualidad ha de atribuírsele a tal o cual cultura. Soy de los que piensan que la puntualidad es una cuestión de disciplina y respeto; por eso me gusta ser puntual.

Pues les cuento que llegué al lugar de los hechos media hora antes de lo establecido y mientras hacía tiempo para mi reunión, buscando evitar el bostezo que debía guardar para cuando la reunión se tornara aburrida, me dediqué a observar los funcionarios de dicho ayuntamiento, haciendo una diferencia en mi observación entre las personas que llegaban con saco y corbata y las que llegaban vestidas de forma más sencilla.

Dividí mi observación en cuatro renglones: la forma de caminar, los gestos al hablar, la cercanía con las demás personas, y el acercamiento de las demás personas hacia ellos (recuerden que les estoy hablando de los que vestían con saco y corbata y de los que vestían de forma más sencilla). Pues como diría un merengue del maestro Ramón Orlando esto fue lo que vi:

Los que iban de saco y corbata, hijos serviles de esta sociedad de la imagen, caminaban cual pavo real en medio de sus conquistas; o sea, al caminar lo hacían de tal manera que al ensanchar sus brazos me parece que casi nadie podía cruzarles muy de cerca. Quienes iban vestidos de forma sencilla caminaban tan normal que a veces pasaban desapercibidos.

En cuanto a los gestos al hablar, los de saco y corbata hablaban con un dejo de autoridad que me hubiese atrevido a pensar que realmente estaban convencidos de lo que decían; pues lo decían con tal seguridad que hasta me cuestioné si realmente decían la verdad. Los que iban de ropa normal hablaban con tanta naturalidad que aunque fuese verdad lo que decían posiblemente no llegaran a impresionar.

En cuanto a la cercanía con las otras personas, los de saco y corbata saludaban tan solo con un apretón de manos, a no ser que fuese otro con saco y corbata a quienes daban un abrazo efusivo. Los que iban con ropa normal saludaban a todos y todas por igual, aunque cuando llegaban a los de saco y corbata como que se intimidaban.

El último de mis renglones es el nivel de acercamiento de las personas hacia ellos. Paradójicamente las gentes se acercaban más a los de saco y corbata, aun percibiendo la indiferencia de los mismos, y que para hablar con ellos tenían que hacerlo ante alguien que ocultaba su mirada detrás de unas gafas de sol.

Ante estas observaciones reflexionaba lo siguiente ¿qué hubiese pasado si a los que iban de ropa normal les hubiésemos puesto saco y corbata? Me hacía esa pregunta pues no quería hacer ningún juicio a priori y pensar que estas actitudes se daban por cuestión de vestimenta. En ese momento ocurrió un hecho que pareció una iluminación. Un señor se desmontaba de un carro y traía ropa normal, pero un saco en los brazos. Al desmontarse del vehículo, que era de transporte público y en muy malas condiciones por cierto, caminó unos cuantos metros y cuando se acercaba al local del ayuntamiento se puso su saco, sus gafas de sol y ¡eureka! El tipo cambió ipso facto.

Este señor, de estatura mediana e imagen de iniciado en estos mundos de la política y rostro de funcionario en olla, mostró exactamente las mismas actitudes que un servidor había observado en los personajes antes descritos. Todo esto me hizo pensar en el problema del vestir en una sociedad que ya casi ni derecho a la ropa tiene.

Las personas pudiésemos tener más tacto y observar en estas conductas de los cronos de la política un adelanto de lo que podrán ser cuando lleguen al jet set. Yo he cifrado este análisis en la forma de vestir, pero es seguro que amerita de un proceso más profundo para afirmar que el problema puede estar en una vestimenta, pero que también puede estar en esa actitud que asumimos cuando el poder nos ciega y nos toca.

Quizás un problema en esto es que los/as individuos vamos legitimando estas actitudes cuando miramos por encima del hombro a quien no exhibe una buena marca al vestir, cuando discriminamos a quien llega con camisa y pantalón y le damos la preferencia al de saco y corbata, cuando la justicia absuelve al de saco y corbata y condena a quien no lo usa.

Cuando al pobre que roban le llaman delincuente y al funcionario o rico que roben le llaman corrupto. Cuando unos jóvenes pobres se organizan para delinquir le llaman pandilla y cuando algunos empresarios, jóvenes o no, se organizan con fines parecidos se les llama grupos económicos.

Quiero decir una última impresión. Precisamente leí en la prensa que el Senado de la República catalogó como un crimen el robo de la energía eléctrica. Esto me preocupó aún más pues resulta que en los años que tengo nunca he visto una persona de saco y corbata subido en un poste de luz tratando de “robarse” la energía eléctrica, pero sí he visto a los de saco y corbata administrar las compañías que se encargan de este servicio que pagamos sin nunca tener ¿legitimación otra vez? Saque usted sus conclusiones.

sábado, 8 de agosto de 2009

PEDERNALES

Acaso es un caso un ocaso
Gentilicios caminando en calles de paz
Niñas chiquitas sentadas en su muro, en coloquios múltiples,
Morenos del otro lado cultivando de día en este lado,
Y de noche en tierra de Toussaint.

Acaso es un caso un acaso,
Pedernales u Ansa-a-pitre, separado por centímetros,
Acorrucados ambos al mar y de jardín las montañas,
Dos villas en osmosis,
Envueltas en colores púrpuras, azules marinas,
Regadas de sol caribeño.

Playas de arenas blancas, como el alma del mar,
Ciudades sumergidas por las mismas aguas,
Por el mismo Mercado, por el mismo río.

Las fronteras, la historia las creo,
La historia la disolverá.
Dignidad cultivada,
En líneas divisoria adiada.

Ah!

Acaso es un caso un ocaso,

Pueblos del mundo, borremos fronteras,
Que del alto del cielo, ya no están marcadas,
Primero comencemos en nuestras mentes
Para considerarnos gentes.

En el horizonte de Quisqueya, Ansa-a-pitre y Pedernales,
Dos hermanos, van caminando de la mano.


Por: Carlos Latorres Pimental

lunes, 3 de agosto de 2009

Complicidades

Por: Nicolás Guevara

Complicidades despiertas en el tacto
deambulan sin horario en la candidez de la casa
el sentimiento crece en un paréntesis claro
de miradas y palabras
ilusiones huidas en fantasías de pompas de jabón
silencio, complicidades, silencio…
permanecen entre mis ojos y tu cuerpo
entre tu boca y mi alma.

lunes, 27 de julio de 2009

De santidades

Por: Humberto Rivas

Mundanos, hay que ser más mundanos.
Basta de santidades fabricadas a mano y a barniz,
basta de las misticidades que calculan los movimientos
del cuerpo y el tipo de bebida en la copa.

Jesús fue muy mundano
y lo sigue siendo aún hoy;
rompió las paradigmáticas tablas, no las de la ley,
sino de la típica santidad de protocolo.
Y se fue a comer y a beber con todos.

¡Qué vida tan infeliz la de esos santos
que viven al asecho para condenar a un pecador!

- Gracias Señor – decía una vez un fulano –
porque no soy como el de al lado.
Todavía hoy muchos santos rezan con fidelidad
esta oración a la puerta de algún vecino.

El mundano, en cambio, oraba así:
No me dejes caer en la tentación,
en la tentación de la santidad.
Rompe esta caja de cristal y
que se esparza mi incienso junto
con el humo de la ciudad, porque
no sólo de velas de altar vive el hombre,
sino también de abrazos y tragos con amigos
en algún bar.

Que nos libre Dios del viejo dualismo de lo
Profano y lo divino que pervive aún hoy
¡Cuántos santos han alejado
a la gente de la santidad!
La verdadera santidad está
en la buena mundanidad.

Yo, de mi parte, quiero vivir con los publicanos.
Porque ellos me han enseñado a reír,
a amar, a ser feliz en este mundo,
nuestro mundo,
pues también yo soy parte de él;
o si no, ¿qué soy yo?
Amén.

miércoles, 22 de julio de 2009

Palabras inspiradas

Por: Néstor Sacavino

Es deber de la amistad
estar en la noche oscura
cuando se esconde la luna
y el sol no vuelve a brillar,
campeando la eternidad
con ese lazo que aúna.

En la alegría fugaz
puede no estar el amigo,
muchos llegan a hacer ruido
y el buen vino a saborear,
justito para separar
lo que es bueno de lo efímero.

Un Amigo, no hay otro igual
muchas veces he sentido
que el Tata manda un abrigo
hilado con amistad,
y en mi piel soportará
los azotes del destino.

Amigo, hoy que no estás,
una lágrima ha venido,
y el corazón me ha pedido
sonrisa y felicidad
porque desde él vos me hablas
amigo, siempre mi amigo.

sábado, 18 de julio de 2009

Añoranzas

Por: Francisco (Lulo) Pérez

Anteayer frente a un espejo
que en ocasiones me miro
con un tremendo suspiro
me dije: “Fran ya estás viejo”.
Pensé que fuera el reflejo
de mis noches de jarana
o tal vez la mala gana
que en otros tiempos viví
pero igual me vi
sí, viejo y peinando canas.

Y pensando tristemente
me remonté a aquel pasado
viendo que nada ha quedado
de aquellos mis años veinte.
Y suspiré nuevamente
agachando la cabeza
recordando con tristeza
mi fuerza, mi plenitud
mi lejana juventud
mis veinte años de grandeza.

Pero si todito aquello
con el tiempo se perdió
el tiempo también me dio
otros atributos bellos
el buen trato y el buen tino
pues aquellos desatinos
de mi vida disipada
fueron quedando en la nada
a lo largo del camino.

Hoy son menos mis aprietos
mis hijos ya son mayores
y el amor de mis amores
son mi mujer y mis nietos.
Hoy gozo de gran respeto
que me gané respetando
y así pues la voy pasando
como cigarra y hormiga
hasta que el bien Dios me diga
Lulo te estoy esperando.

domingo, 12 de julio de 2009

La breve y maravillosa vida de Oscar Wao

Por: Eddy Ulerio

La breve y maravillosa vida de Oscar Wao
Autor: Junot Díaz

Aunque no es propiamente un libro de historia, sino una historia novelada, esta novela recoge de un modo jocoso, los acontecimientos históricos relevantes de la historia política dominicana de los últimos sesenta años; al tiempo que narra ( con un lenguaje barrial) la vida del inmigrante dominicano en Los Estados Unidos.

Recomiendo su lectura.

domingo, 5 de julio de 2009

Haya allá

Por Franklin A. Peralta E.

Puede que haya vida
allá afuera.

Puede que haya…

Abejas sin miel
que me muerden la lengua.
Flores amarradas con cadenas
a las puertas del basurero.

Puede que haya…

La ironía de un águila
domesticada.
Un deseo verde
de escaparse de las sombras.

Puede que haya…

La rítmica cosecha
de besos bajo un farol.
Una esquina extraviada
a mitad de la calle
negando la elegancia de sus cabellos.

Puede que haya…

La laboriosa misión
de pintar de amarillo
el humo del cigarrillo.
Ambulancias que cuelgan
de los árboles
con miradas de venganzas inmemoriales.

… Puede ser.
Cómo saberlo.

lunes, 29 de junio de 2009

Interpelaciones de Sebastián

Por: Héctor Martínez D.

Con cándida sonrisa
miradas abiertas
y abrazos desinteresados
siento tu canto
palpitando sentidos,
y me llamas.

A retomar la vida
animar lo cotidiano
alivianar los sentidos,
y convertir en acción
reclamos y quejas.

Sin dejos ni lástimas,
convencido de que justo o no
se vive y se sueña,
y aunque más se sueña
vivir siempre compensa

A superar la sola existencia,
trascender lo insulso
de este a veces ser subsistencia,
y profundizar las posibilidades
que hacen la vida
síntesis de lo absoluto y las contingencias

Ser y vivir
a sabiendas que somos
y sin más, ser siempre
arraigado al pasado sanado
al presente conciente
y al futuro ahí, de vida siempre ferviente.

Todo esto
en tus primeros y temblorosos pasos
lo dices,
lo avisas,
y en la mudez de tu inocencia
recriminas,
exiges,
animas,
a vivir la vida,
a volver y recrear ilusiones,
a sanar pérdidas y heridas.

martes, 23 de junio de 2009

La oración

Por: Noemí López

En luchas calladas y a gritos
me envuelvo entre sábanas
buscando en silencio una plegaria

Esa plegaria, la correcta, que explique mi necesidad.
Y a mi Dios le pido su auxilio
para que veas en mí todo mi amor
para que tus ojos de esmeralda me vean dentro.
Encuentres ríos y sombras como lugares de ensueños
donde quieras estar por la eternidad

Pido en mis plegarias por ti,
más bien por mí, por un amor que se agranda y duele.
Pido por valor para salir del anonimato,
para que al fin me veas con tus ojos de esmeralda
y llores conmigo por el tiempo perdido
y rías conmigo por lo que vendrá.

Voy a orar esta noche para que mañana
vayas al santo lugar, donde descubrí tus hermosos ojos.
Voy a verte otra vez, sólo a verte
cuando al final del día me regales esa sonrisa
entonces me iré y oraré por los dos otra vez.

jueves, 18 de junio de 2009

¡Que viva la Modernidad!

Por: Sandy R. Genao Cruz

Caminando por las polvorientas calles del barrio, he podido descubrir la “modernidad” en cada esquina. No es para nadie un secreto que si bien los callejones siguen lodosos y mal olientes como siempre, que los niños siguen llenos de parásitos y que la insalubridad abunda gracias a que las cañadas (que dicho sea de paso son patrimonio cultural de todos los barrios de la Capital) siguen llenas de basura, que aún los métodos para sanarse son los remedios caseros porque “¿pa’ que ir al medico?, si al fin y al cabo no te atienden”, a pesar de todo eso, estamos percibiendo la modernidad en todo su esplendor… Veamos algunos ejemplos:

1. Recuerdo que cuando tiguerito (niños son los hijos de los ricos) se peleaba a la trompá… y con ética. Si tú ibas a pelear con uno, el otro dejaba que te quitaras la camisa, practicaras un poco tu técnica, entonces comenzaba el pleito. Si por mano del diablo tú caías debajo, o sea te etrallaban y caías encima de una piedra o en un lodo, le podías decir al otro con toda confianza que se te quitara de encima pa’ ponerte cómodo, porque así no podías seguir peleando…

¡Ahora no, ahora se pelea con pistola y si te pueden agarrar descuidado mucho mejor!


2. Otro ejemplo es el caso de las bancas de apuestas de la lotería que pululan en el barrio. Estas ya no venden numeritos anotados con lapiceros en un pedazo de papel con cuatro numeritos en rojo que cuando coincidían los dos últimos números con los que salieron te sacabas quince pesos si era en primera, tres en segunda y un peso en tercera. Cuando te sacabas el premio duraban un paquetón de tiempo pa’ entregarte los chelitos; ya no, fíjense que atraso. Otro salvajismo, la lotería sólo era los miércoles y domingos.

¡Ahora te venden el numerito a computadora, además todas las bancas dicen “pagamos hoy mismo”, y gracias a dios tenemos lotería todos los días, y no una no, ahora son tres y en días específicos hasta cinco!


3. El chisme era el modo de entretención de mucha gente. Recuerdo que cuando pasaba algo en el barrio y tú no estabas en casa, había hasta pleito en la familia para determinar quién te contaba lo que pasó…

Ahora con el bendito Internet y los benditos celulares ya no se puede, porque las personas de fuera, casi siempre se enteran primero que tú de lo que pasó en una zona del barrio. Y eso ¡que vives ahí!

4. Tú ibas al colmado, pedías una fría y le llevabas al dependiente la música que querías escuchar. Recuerdo que mi hermano andaba para arriba y para abajo con tres casettes de Willy González…

Ahora tú tienes que echarle cuartos a una bendita maquina pa’ oír música. Y otra cosa, esperar que a ella le de la gana de tocártela.

Bueno, como dice nuestro amigo Rafael: “pa’ no cansarle la historia” termino con este breve recorrido de la modernidad en mi barrio. Mientras tanto, los carajitos siguen muriendo de hambre, el presidente habla de lo bien que estamos y en la iglesia se sigue cantando la canción del metro: ¡Aleluya, aleluya! Por lo menos es lo que dice mi carajito de seis años cuando lo llevo a misa los domingos.

domingo, 14 de junio de 2009

A mi madre

Por: Soyri Lebrón

Que sólo supo amarme,
desprenderse de lo suyo
para así cobijarme

Que nada era difícil
cuando se trataba de apoyarme
y con la dulzura de su voz
trataba de consolarme


Quién Madre quisiera tener
que se entregara en cuerpo y alma
y su rostro era un clavel

Con rostro que acariciaba mi tristeza
para convertirla en alegría inmensa

Con manos que reían
al ver mi superación
porque para ella mis logros
eran su emoción

Con cuerpo que cantaba
dando gracias a Dios
de haberle dado tres hijos
que con abnegación cuidó

Mis días ya no son iguales
mis noches están vacías
porque nada me hace feliz
como tú sólo lo hacías

Cuánto añoro nuestros retozos
que cualquier hijo anhela
porque son escasas las madres
que aman a tu manera

Aunque ya no estés conmigo
no me gusta hablarte en pasado
porque tú seguirás siendo
mi futuro más anhelado

Hoy no tengo tu presencia
por lo menos no en lo físico
pero tengo tu enseñanza
y tus valores magníficos

Hay quienes maltratan
a sus madres sin compasión
Hoy yo tengo el consuelo
que de mí te di lo mejor

Si he de terminar este escrito maternal
lo haré dando gracias por la dicha sin final
que me otorgaste Señor, porque disfruté su amor

martes, 9 de junio de 2009

No es malo que nos lleven el queso

Por: Rafael Álvarez de los Santos

Sin lugar a dudas que los libros de autoayuda se han convertido en los recursos más buscado y utilizados en esta sociedad de la depresión y de carencias afectivas.

Uno de estos libros, ¿Quién se ha llevado mi queso?, ha sido quizás en los últimos cinco años el más leído y citado por muchas personas; llegando inclusive a hacerse una edición para jóvenes.

Como me considero un estudioso de lo juvenil, en cuanto vi esta edición me atreví a comprarlo siendo mi decepción ipso facto, pues era exactamente el mismo libro con la única diferencia que le agregaron un diálogo entre jóvenes mientras comían pizza. Vaya imagen ésta.

En una ocasión me invitaron a cantar en una degustación de vinos y quesos en San Francisco de Macorís y lo primero que debo decir es que nunca en mi vida había pensado que existía tanta variedad de quesos y fue tanto lo que comí que duré más de tres meses que no podía verlo ni en pintura.

Algo parecido me pasó con este libro, pues menciona tanto la palabra queso (195 veces para ser exacto) que condujo hasta el hastío mi capacidad de lectura. Si puedo decir con exactitud las veces que se menciona el concepto referido es muestra de que he leído el libro. ¡Sí lo leí! ¿y qué?

Para no saturarles con el término en cuestión les diré que en este escrito esa palabra aparecerá trece (13) veces, para que después no me acusen y puedan leerlo conscientes de la cantidad de veces que aparecerá. Este número que ofrezco incluye desde el principio del escrito hasta el final.

De lo que quiero hablarles no es necesariamente del libro, sino de mis reflexiones a raíz de leerlo. En República Dominicana el queso tiene una connotación diferente, por ejemplo: cuando una persona tiene mucho tiempo sin tener relaciones sexuales se dice que se le está haciendo un queso en la nuca (así es como llamamos la parte trasera de la cabeza).

Por respeto a los niños y niñas que puedan leer este escrito no voy a decir por qué se hace la analogía.

En mi reflexión he pensado que si alguien nos lleva el queso de esta manera no está nada mal que nos lo quiten, pues eso produce un efecto relajante que a más de una persona nos encanta.

Hace unos cuantos días me desperté como muy relajado y alegre, en cuanto me sentí así grité inmediatamente: ¡¿Quién se ha llevado mi queso!? Pero después caí en la cuenta de que había tenido un sueño húmedo y ya no tuve que preguntar más.

Esta experiencia me ha hecho pensar que si encontráramos quién se llevara nuestro queso con más frecuencia viviríamos con menos estrés; enfermedad que es considerada la epidemia del siglo veinte… y del veintiuno.

Si alguien se llevara nuestro queso por lo menos cuatro veces a la semana, tendríamos menos infartos. Al liberar esas energías acumuladas que se convierten en cansancio y estrés, sólo tendríamos que salir a caminar un poco y habríamos completado una dosis de liberación de quesos sumamente importante.

Por último les digo que si en realidad se nos llevan nuestro queso no tiene por qué suceder una situación tan dramática como la que narra el libro. A no ser que nos contagien con alguna enfermedad o surja un embarazo no deseado y para evitar ambas cosas existen los preservativos y anticonceptivos. De manera que debemos permitir que nos lleven el queso por nuestra salud y la de quienes nos rodean.

jueves, 4 de junio de 2009

Gratitud III

Por: Nicolás Guevara

No es mujer desprendida de un costado
ni objeto de cupido en la vitrina
sólo anda tejiendo voces, atrapando sueños
en mi horizonte de papel.
Y la pasión inesperada
como poesía en la mañana sin dueño
o la tarde que desciende frente al mar.
No es patrón de seda en pasarela
ni plasticidad congelada en la pantalla
vive intensa, natural,
como si presintiera el misterio
de los pasos y los días
entre los dos.

domingo, 31 de mayo de 2009

Al caer la tarde

Por: Humberto Rivas

Al caer la tarde, cae con ella
mi conciencia en cuenta
de que hoy caminé sin acompañar,
saludé sin mirar,
hablé sin escuchar,
abracé sin tocar,
y en tus ojos, una nube llovió
una lágrima que pisé
con mucha prisa al pasar.

Hoy me vaciló un pie
ante la presencia de un alguien
que en un jardín cualquiera del Edén
descubriera mi desnudez:
ceguera de la razón,
sorderas frías del corazón
ante voces lejanas de náufragos
cercanos.

Hoy huí para ser feliz.
Anduvieron ligeros mis pasos
por etéreos senderos
de indiferencia
para encontrar la paz,
para encontrar la libertad.
Y corrí con frenesí y me perdí
en tierra de nadie queriéndome encontrar

Cuántos buenos intentos
se ahogaron en mi pecho:
frases de amor
que nunca quise cantar
ocasiones perdidas
que ya nunca volverán,
días que pasaron en blanco,
a la eternidad.

No obstante, al caer la tarde,
cae con ella mi conciencia
en cuenta de que nunca es
demasiado tarde
para regresar nuevamente con mi ofrenda
y en la última hora del día
sanarnos mutuamente las heridas,
y en un nuevo intento
vivir una vez más.

martes, 26 de mayo de 2009

Amantes de ocasión

Por: Eddy Ulerio

Llegada la media noche, casi todos dormían en aquella mustia vecindad; excepto ella, que esperaba impaciente la llegada del amante. De cuando en vez, se asomaba a la ventana sin conseguir su objetivo. Afuera, las luces de los focos, la llovizna insistente, el miedo habitual ante lo prohibido, se combinaban para hacer más furtivo el encuentro.

Unas emociones incontrolables recorrían el cuerpo del varonil amante, conforme se acercaba a la casa de ella. Las luchas del corazón y su conciencia, no impidieron que el sabor de lo prohibido calara profundamente en él, al tiempo en que ella abría la puerta de la casa, hecha un manojo de nervios y con el cabello empapado de agua.

Después de algunos minutos de diálogos candentes y una vez roto el hielo, la pasión los envolvió en un abrazo eterno; como si después de aquella noche ya nada volvería a ser igual, para ninguno de los dos. Y así, el amor fundió sus almas en una sola y permitió que sus corazones galoparan al compás de sus jadeos, en un camino sin retorno.

Los prejuicios se quedaron en el suelo, junto a la ropa.

viernes, 22 de mayo de 2009

Fin de semana sin fin

Por: Franklin A. Peralta E.

Busco transferir por cañerías de desilusión
las aguas blancas de mis deseos.
Antiguos días de glorias irrepetibles
han decidido por consenso no repetirse.
Himnos de despedidas triunfantes
son entonados en honor de lo que pudo ser,
y fue.

El olor de la brisa en las carreteras.
El sabor de las guerras interiores.
El corazón amotinado desafiando al corazón.

Me enseñaste a danzar
en la plaza de la fatalidad.
Amparada en la fuerza de tus cabellos
derribaste mis murallas
ungidas de banalidad.

Pronuncia tu sentencia inefable.
Dime por qué sin saberlo
sigo vivo.

Cambiaré el angustioso rojo de este viernes.
Navegaré en las nubes de un sábado sin sentido.
Negaré hasta la saciedad el domingo que viene.

¡Oh, amado lunes!


(Jueves en la noche del 2002)

domingo, 17 de mayo de 2009

Te quiero

Por: Mario Benedetti

Tus manos son mi caricia,
mis acordes cotidianos;
te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia.

Si te quiero es porque sos
mi amor, mi cómplice, y todo.
Y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.

Tus ojos son mi conjuro
contra la mala jornada;
te quiero por tu mirada
que mira y siembra futuro.

Tu boca que es tuya y mía,
Tu boca no se equivoca;
te quiero por que tu boca
sabe gritar rebeldía.

Si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo.
Y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.

Y por tu rostro sincero.
Y tu paso vagabundo.
Y tu llanto por el mundo.
Porque sos pueblo te quiero.

Y porque amor no es aurora,
ni cándida moraleja,
y porque somos pareja
que sabe que no está sola.

Te quiero en mi paraíso;
es decir, que en mi país
la gente vive feliz
aunque no tenga permiso.

Si te quiero es por que sos
mi amor, mi cómplice y todo.
Y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.




(COÑO! Muerte pendeja, ¿cómo te atreves?)

viernes, 15 de mayo de 2009

Dile Luna

Por: Jacinto Sención Mateo

Unas lágrimas en sus ojos,
un adiós a la primavera,
muere el día en el horizonte,
y en la soledad sonora,
no esta la inspiración.

Luna que ve y no habla,
que vigila sueños sin dormir,
y en silencio un sufrimiento,
desde que la vi partir.

Luna testigo de noches,
que de pasiones viste florecer,
hoy sólo quedan los recuerdos,
dile luna qué fue del ayer.

Luna amiga de siempre,
que en mi soledad presiente,
un volcán de sentimientos,
que en el tiempo enciende,
un adiós al amanecer.

casi amanece y no llega,
primavera dónde has ido,
que deseos no me quedan,
y la pena ha florecido,
sin enterarla a ella.

Dime Luna si me quedo,
o si me voy sin regreso,
si la espero donde estoy,
si hay amor o desamor.
por favor dile Luna,
como arde el corazón,
desde aquel día que marchó.

domingo, 10 de mayo de 2009

Derecho a ser hombre

Por: Héctor Martínez D.

Notas de un “vía crucis”

I
Hoy he despertado con un nuevo reclamo,
con una nueva esperanza,
con un nuevo canto:
el derecho a ser hombre,
a liberar mis lágrimas fermentadas,
por las posibilidades reprimidas
de sentir con otras
sin atrincherar la vida.

II
Una vez más me reclamo,
el derecho a sentir
a vivir en ternura
a compartir la vida sin desnudar la esperanza,
transitar por los sentidos del placer
sin cosificarme ni prostituir la belleza

III
Quiero sentir que tengo derecho,
derecho a ser hombre
a enternecer mi mirada,
a suavizar mi voz,
frecuentar abrazos

IV
Derecho a redimir ese sentido de firmeza
que confusamente me reclaman
esta necesidad de conciencia
de un ser que vive y en amor se recrea.

V
Necesito que se me dé el derecho a mí mismo
a no perderme en el abismo
de una hombreidad
que me niega la humanidad
y dolorosamente surca mi alma,
mi espíritu y mi corporeidad.

VI
Quiero ser hombre, ya.
Despedir este ser donado
y permanentemente confirmado
en la negación de la propia libertad
de compartir la vida
sin negar a otra su posibilidad.

VII
Libertad de ser padre sin relegación
libertad de amar sin miedo,
de entregarme sin duda
de encontrar en la paternidad
otro de los misterios que sanan mis contingencias.

VIII
Derecho a renacer,
reencontrar mi gen de vida,
de sensatez,
sensibilidad
y sabiduría,
irrumpidas por las imágenes sociales
de ese hombre que para ser
en la negación de sí necesita albergarse.

IX
Sueño contigo mujer,
con tus sueños
con tus anhelos,
que lloran la necesidad de hombres verdaderos.

X
Pero sufro el vacío de mí,
la escisión de lo que soy y para lo que nací,
el dolor de las historias que parieron
este hombre que no quiero,
pero que soy
y que en la búsqueda de ese otro, sigo siendo.

XI
A grito reclamo a mi género
que no me reclame que le avergüenzo
pues sólo quiero sentir que no sólo sueño,
que esta sed es de posibilidad,
de realidad que día a día estamos construyendo;
que estos anhelos no son por pendejo,
que puedo ser hombre,
que puedo sentir que estoy viviendo.

XII
Hoy te pido también a ti mujer
que me permitas ser
eso que ambos necesitamos reconstruir,
ese hombre que relegó el amor y el sentir en ti
y que en tus deseos domesticados
a veces extrañas y añoras.

XIII
Reconóceme tú también ese derecho,
sin hacerme sólo victimario
Pues también siento en mis texturas personales
la subyugación de mis ánimos
cada vez que me busco,
y que de ese hombre viejo quiero sanarme.

XIV
Hoy quiero reconocerme el derecho,
el poder y la capacidad
de sumar esfuerzo,
y de abrirme a nuevas experiencias
que trastoquen estos viejos sentidos de virilidad.

martes, 5 de mayo de 2009

Estaciones del alma sombría

Por: Jean Suriel

I

Llueven hojas en el firmamento,
es otoño en las mañanas idas,
es otoño en la mirada fija,
es otoño ya, es otoño adentro

en el alma rota, en las entrañas,
en las grietas hondas y profundas,
en carne viva, en la piel oriunda
del otoño seco y sin montañas.


Son las hojas que acaricia el viento
las que tiñen gris esta armadura,
las que tiñen de oscuro amargura
las palabras y los sentimientos.

Caen hojas. El otoño frío
avanza lento por cada herida,
se detiene ágil en cada vida.
Duele otoño, duele, duele. Hastío…


II

Álgido el invierno se levanta
en el cielo lánguido nocturno,
¡oscura chimenea, aliento oscuro!,
entre nieblas y humaredas blancas.

Gélido aire de la madrugada.
Aúlla el féretro de la muerte.
Suena el silbo cada vez más fuerte.
Anuncia el frío de la alborada.

Titilan débiles, a lo lejos,
las luciérnagas, luces cimbradas,
faros inquietos. La luz se apaga.
Se curva la noche en un espejo.

Sólo el hielo de la nada cruje,
sólo el témpano del alma sola,
que parece escapar en una ola
de frío. Dolor helado. Sufre.

jueves, 30 de abril de 2009

Espejismo

Por: Noemí López

En la mañana temprano partiré
Para buscar una sonrisa
para ponerla en mi cara
para que al verme tus ojos brillen
y pienses que soy feliz

Voy a ponerme mi mejor vestido
con perfume de rosas y gardenias
bailaré y moveré mi pelo frente a ti
para que pienses que soy hermosa

Voy a bajar el sol
y lo colgaré en mi pecho
para que al brillar
creas que es mi corazón

Puedo simular perfección
para que no sepas
que mis sonrisas se agotaron ya,
puedo comprar vestidos
para que no veas las arrugas de mi piel
y mostrarte un corazón
que entristeció y que ni el mismo sol lo alumbra


Mas en un deseo enorme de llamar tu atención
puedo desesperadamente confesarte
que cada mañana cuando te veo soy feliz,
que mi rostro toma color y se vuelve joven
y mi corazón late más fuerte.
Lo perfecta que quiero ser para ti
sólo lo logro contigo
Tu amor me hace perfecta

domingo, 26 de abril de 2009

La señorita Melanie

Por María Ovalles

Cuando salió de casa Melanie llevaba entre sus manos la carta que le había traído la noticia. Se había levantado temprano. Limpió y ordenó la pequeña casa. Se vistió con su único vestido de domingo. Y se sentó a esperar que el reloj marcara la hora indicada. Entonces salió a la calle, nerviosa y expectante. En la estación, lo busco impaciente. Cuando lo reconoció, un hilo frío recorrió su espalda. Lo vio buscarla entre la gente. Recordó la odiosa guerra que la trajo a ella a este pueblo y a él se lo llevó tan lejos. Pero ahora regresaba. Y se dijo que por fin se acabaría la soledad: la de las tardes que había aprendido a evadir entre libros y revistas, la del inmenso sábado que llenaba con películas viejas que tomaba prestadas de la única librería pública del lugar, la de los domingos, que la dejaba exhausta de los largos paseos en bicicleta por los pueblos cercanos. Empezó a caminar hacia él. Sí, se acabaría la soledad, la misma que casi la había convertido en Melanie la solterona, pensó de nuevo. Con ambas manos arregló el sombrero que la reguardaba del sol. Entonces desvió sus pasos, y se alejó de la estación del tren, con la carta que le había traído la noticia arrugada entre sus manos.

miércoles, 22 de abril de 2009

Gaviota de estómago cortado

Por: Nicolás Guevara

A Francis Caamaño

La hora intensa de la historia te hizo grande
grande como gigante que truena sobre montañas de arena
como rocío que se esparce en la aurora
grande, muy grande… como pedazo de cielo que
cae sin avisar.
Fuiste grande en ese instante del golpe
cuando de tu frente surgió una estrella
de tus manos, caracoles
y de tu fusil salió una flor.

Allí donde habita la verde hierba
frescas y llenas de sudor aún están tus huellas
provocándome cantar a la tierra, al pan, al amor
a la vida que brota en medio del pantano
entonces, grito a pulmón abierto
que mis venas como el viento están llenas de ti
y sobre el mar -donde flotan lirios encendidos y amarillos-
vuelan gaviotas de estómago cortado
cortada la vida, cortada la esperanza
y cortada la victoria.

No, no hay mármol tallado que te atrape
sólo el mar que te moja, Román, sólo el mar…
y se repiten las gaviotas una y otra vez sobre ti
las gaviotas… las gaviotas.

Esta tierra ha quedado sin tu sonrisa
sin tu mirada desprendida hacia la tarde
sólo piedras partidas, caminos cortados
voces desnudas ante el abismo
donde caen estrepitosamente.

Un viento puja con alegría
su esperanza fiel en la aurora.
Ya no hay marcha atrás:
¡Sembrar, es la palabra!
Sembrar huertos de flores permanentes
donde la primavera se prolongue
como alegría de multitudes
y los árboles crezcan verdes
en medio de la tierra
con sudor humedeciendo sus raíces
y tus sueños colgados a cada rama
porque ya basta de permanecer callados
de no forjar nuevos caminos
de no saltar con ira a sangrar la injusticia
ya basta de no gritar como trueno
tú también gritaste desde la montaña
desde la verde y eterna montaña
como Manolo y Luperón
gritaste desde la montaña.

(1985)

sábado, 18 de abril de 2009

Deja Vu

Por: Sandy R. Genao Cruz

Te recuerdo de otro tiempo, de otra vida
no sé cuándo, en qué época, ni por qué,
sólo sé que había palpado la suavidad de tus manos,
que ya había probado el dulce sabor de esos labios,
y que había sentido lo que estoy sintiendo a diario.

Te recuerdo de otro tiempo, de otro mundo,
no sé en qué lugar, cómo, ni dónde,
sólo sé que esos ojos, ya los había mirado,
que la dulzura de tu voz, a mi oído ha susurrado,
que esa delicada piel ya la había acariciado.

Te recuerdo de otro tiempo, de otros mares
¿cuánto tiempo?, no lo sé,
pero tu dulce perfume ya lo había disfrutado,
tus perfectas curvaturas, las había deseado,
y tus inocentes pechos ya me habían arrullado.

Hoy sólo me queda aguardar el futuro deseado,
en el presente luchar por retenerte a mi lado,
e intentar no recordar los momentos ya pasados.

lunes, 13 de abril de 2009

Corrupción de amor

Por: Rafael Álvarez de los Santos

Quisiera que me incluyeras en tu nominilla “CB” (Calor y Besos) para disfrutar “sin esfuerzo” de la corrupción de tu amor. Que me abran un expediente en la Suprema de tus labios y que me juzguen según tu corazón.

Porque de juzgarme así, seré un preso de tu amor que no es tal encierro, sino libertad y de la buena. De esa libertad que, sólo en la cárcel de tu piel, en las rejas de tus brazos y en el juzgado de tu pecho, hace posible la vida.

Y si te habrán de condenar por semejante corruptela ¡que nos condenen a los dos! Y desde ya pido condena de recuerdos, pasión y… de ti. Y si decidieras vengarte por haberme declarado tu preso amorlítico ya el maestro Borges declaró la sentencia “ni venganza ni perdón, el olvido es la única venganza y el único perdón”.

Pero vaya olvido pues el maestro Sabina ha dicho “que el amor cuando no muere mata y amores que matan nunca mueren”. ¿Me olvidarás? No lo sé. Pero de algo sí estoy seguro y es que ese olvido tampoco será tal, sino recuerdo que se obvia y ¿sabes algo? Un recuerdo que se obvia al fin y al cabo es recuerdo. ¿Me olvidarás? ¡Sí! Pero en el cementerio. ¿Te olvidaré? ¡No! Porque allá nos veremos.

miércoles, 8 de abril de 2009

Otra canción del alma enamorada

Por: Humberto Rivas

!Cuántas horas he pasado pensando en ti!
¡Cuántas noches oscuras esperando
en el silencio la claridad de tu presencia
que me hace siempre decir:
lo mejor de mi vida eres tú.

En tus ojos vislumbro tu corazón.
Y en él, ahí estoy yo, y en el mío tú.
No sé qué has hecho de mí,
pues ante tu puerta he dejado mi libertad,
ya que no soy nunca más
propietario de mi voluntad.

Mis pensamientos se visten de alas
posándose en tu nido,
y hasta soy un extranjero en mi propio corazón.
Ya no sé ni quién soy.
Sólo sé que en ti tengo
un porqué para vivir y
una razón para morir por alguien.

Nada existe ya a mi alrededor
que me robe una mirada,
sólo tú, sólo yo.
Todas mis olas mueren en tu playa,
mis corrientes tienden a ti como a su fin.

Y mis brazos, cansados de nadar contigo
en el mar de nuestra voluptuosidad.
Y mis ojos, en vilo, contemplan los tuyos
que me indican un lugar.
Y mis pies, vagabundos,
te llevan de estrella en estrella
haciendo el amor por todo el universo.

viernes, 3 de abril de 2009

Apuro

Por: Soyri Lebrón

Voy contando los segundos
que acaban con el momento
los minutos y las horas
que marcan el firmamento

Porque voy contra su rumbo
se me está acabando el tiempo
no es posible precisar
o buscar su complemento

Porque está limitando mi vida
y todo lo que por ella hago
no tengo el tiempo de sobra
más bien lo tengo contado

Es un círculo vicioso
que atormenta mi existencia
mas no tengo libertad
si respiro tu presencia

Es una vida medida
la que hoy estoy sintiendo
pues no veo una salida
y por ello estoy sufriendo

Pero ya he comprendido
y me da por escucharlo
el reloj me marca el tiempo
y tengo que aprovecharlo

lunes, 30 de marzo de 2009

Amanecer

Por: Eddy Ulerio

Trae la nostalgia en la piel,
de abrigos invernales que
cubrieron el instante perfecto
de días de presencia.

No me basta con contemplar
tu natural hermosura.
Quiero recobrar mi cordura,
el olor de tu piel, el calor de tu cuerpo
quemándome hasta los tuétanos.

No te bastan mis sufrimientos.
Este divagar sin destino de mis
sentidos y este hastío insoportable
de esta soledad sonora.

Y sin que te importe nada,
me condenas a vivir este invierno
inconcebible, con fantasmas por doquier.
Como si fuera tu único modo de comprender
que mi vida se la lleva tu amor en tu desdén.

jueves, 26 de marzo de 2009

Bebé Arcoiris

Por: Franklin A. Peralta E.

Un bebé Arcoiris
nos ha nacido en la sala,
y ahora lo encuentro
por todas partes.
Ayer
se me subía por los pies.
Hoy
anda en conversaciones con el televisor.

Cuando decidí sentarme
a simplificar mi vida
lo sorprendí en el sofá
dibujando estrellas.

Anoche
me pidió unas tijeras
para podar el estragón
y retocarse de verde.

Temprano en la mañana
sus colores se habían separado.
Vi al amarillo y al rojo
saltando entre los árboles del patio.
Pero el azul
no ha querido levantarse de la cama.

De vez en cuando
el arcoiris de al lado
le pica un ojo
discreto
al nuestro.

Ahora
me surge una pregunta urgente:
por qué la gente
nunca habla
de los arcoiris que les nacen
en la sala.



(2008)

sábado, 21 de marzo de 2009

Ausencia de sí

Por: Héctor Martínez D.

Contigo,
en ti
para ti
por ti
para nuestros más
interpelados en la soledad,
silente de sí
invisible en lo propio
salpicado de presencia
en códigos compartidos
sin posibilidad de la sola existencia de sí

Ausente de lo otro
disfrutando en el orden de lo establecido
con una existencia diluida en el todo
sin orillas ni sueños
de lo que sin los otros es posible
y de lo que en sí mismo desconoces
pero que sufres.

Hoy que estás
con la asumida dicha
de concienciar la propia ausencia
de sí,
de ti,
de nosotros,
pero concientemente ausente
con la sola existencia de ti
sublimas la posibilidad de sí.

lunes, 16 de marzo de 2009

Indúltenme por favor

Por: Rafael Álvarez de los Santos

Desde hace mucho tiempo he venido padeciendo de un fuerte ataque de pánico que había mantenido en secreto hasta el momento porque sentía que al revelarlo, otras personas podrían caer en la misma situación y no quería sentirme culpable de la desgracia de alguien más.

Este pánico, que creía reversible, me ha comenzado desde que vi que el desayuno escolar estaba siendo adulterado disminuyendo las proteínas que debía tener para la salud de los niños y niñas de nuestras escuelas públicas.

Mi ataque de pánico comenzó a agudizarse cuando el Señor presidente de la República destituye a la entonces incumbente de la Secretaría de Educación y la nombra en la Secretaría de la Mujer en una abierta señal de que considera esta cartera como una degradación más que como un premio.

El pánico se acrecentó cuando se hizo público el asunto de la Sun Land y los posteriores favores que el presidente otorgó al mismo que se acusaba de ser el artífice de dicho convenio.

El pánico llegó al grado de histeria cuando vi el escándalo de los jueces de la cámara de cuentas quienes con el solo hecho de renunciar se les condonó la culpa y ni siquiera devolvieron lo que se robaron. Y como si todo eso fuera poco los actuales miembros apenas llegaron se inauguraron con una subida de salarios y autofovorecerse con una regalía pascual cuando ni siquiera habían cumplido un cuarto del tiempo requerido para dicha bonificación.

Tomé un pequeño alivio y les cuento que hasta me estaba recuperando pues los de la cámara de cuentas por lo menos “devolvieron” el dinero aunque eso no deja de ser una mala señal. Otra cosa que me alivió fue la sentencia a los implicados en el Plan Renove y los del fraude de Baninter.

Pero dice el refrán que la alegría en casa del pobre dura poco, pues una vez más me ha vuelto el pánico y me encuentro recluido en la clínica del desencanto, en la sala impunidad habitación número *gov.

Mi pánico ahora es mucho más severo pues veo lejos las posibilidades de poder rehabilitarme ya que contaba con el único antidepresivo que, entendía yo, podía curarme y es un fármaco llamado justicia que se encuentra en pocos lugares. Eso aumenta mucho más mi pánico, el saber que esta pastilla no es tan común y que en los pocos lugares donde puede aparecer, aparecen los que tienen la posibilidad de engavetarla para usarla tan solo ellos porque según tengo entendido también a ellos les da ataque de pánico. ¡Ironías de la vida!

Resulta que quienes me crean el pánico también adolecen de lo mismo con la única diferencia que ellos tienen acceso al medicamento, pero yo no. Lo único que podía aliviar mi pánico era una buena sentencia y el presidente la echó para atrás.

A diferencia de ellos, que nunca han estado en la cárcel precisamente por su pánico, a mí el pánico siempre me ha mantenido en la cárcel de la decepción, tras las rejas de la desesperanza, acompañado de otros presos, aunque si de algo les sirve puedo decirles que no son presos físicos, sino espirituales e idealistas.

Me acompañan en esta cárcel Orlando Martínez quien al conocer los indultos volvió a morir precisamente de pánico al pensar que quienes lo mataron también podrían ser indultados sin haber estado presos y no han valido mis esfuerzos para revivirlo y eso sí que me crea gran pánico. Me acompaña Narcizaso que también al conocer esta acción humanitaria del presidente me preguntó que si pensaban indultar a los que lo mataron tanto a él como a Orlando, este último no me ha hecho esa pregunta por el estado en que ya les comuniqué que se encuentra y además se ha demostrado que no hay que estar preso para indultar, sólo basta con comunicar el pánico.

También están conmigo en esta cárcel odiosa todas las personas que se dieron cita en el parque de la Lincoln con Lope de Vega para poner de manifiesto su inconformidad. Y hay tantos hombres y mujeres en esta cárcel que en realidad no me he sentido solo, pero mi pánico continúa.

Sólo un indulto podría sacarme de esta cárcel que me parece será eterna. Mi indulto sería el ver una sociedad que se levante ante los actos injustos, una sociedad que no sea conformista ni pasiva. Mi mejor indulto sería una justicia sin injusticias, transparente, diáfana y fortalecida.

Créanme que quizás no esté tan lejos de mis primeros deseos, pero de los segundos creo que estoy a muchos años luz y eso sí que aumenta mi pánico. Ojalá que en algún momento de la historia nuestra patria deje de ser tratada como cualquier ramera que sirva a satisfacer los deseos lujuriosos de poder y de enriquecimiento que por años han representado a quienes nos han representado.

Me atrevería a creer que es la única forma de que los que han muerto no mueran otra vez.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Nostalgia

Por: Mauro J.

Caras. Momentos. Lugares. Sonidos… un juego.

Algo tan simple como una pelota y un bat o tan complejo como el espíritu de América que él simboliza. Sí… el baseball. El viejo juego de pelota.

Aunque casi todas las cosas en esta vida cambian con el tiempo, algunas otras permanecen intactas aun con el ataque de los años… como el olor del pasto. El campo. El sonido de los “spikes” mientras corres. Los deliciosos nervios de pararse solo en la loma. El semblante del bateador que trata de adivinar el siguiente lanzamiento, tu expresión tratando de adivinar lo que el otro está esperando. El sudor de las manos cuando agarran la bola y el suave ritmo de las piernas mientras inician, cual delicado ballet juvenil, su movimiento rumbo al envío, el viaje de la pelota hacia la goma... y la voz más dulce que puedes escuchar en ese momento: Strike!!!

No importa realmente cuándo empezaste a sentir el calor de los diamantes en tus venas, no importa cuántos veranos ya pasaron desde tu última pitcheada, no importa (ni siquiera) si crees que ya estás “viejo” para ello. Una vez que inicias un romance con este bello juego, es para siempre. No hay modo de renunciar. Simplemente… no puedes dejarlo; aunque quieras.

Y de repente una mañana de domingo, cuando te preguntas qué tan buena idea sería regresar al campo para jugar de nuevo, este bendito juego te demuestra que no te ha olvidado. Te muestra que todavía te da la oportunidad de sentir la emoción de un “chocolate”, el temor de un tablazo profundo… y la gloria de ganar. Te demuestra que si realmente crees y trabajas duro por lo que quieres y por lo que amas, siempre tendrás una buena oportunidad de lograrlo. De hecho la vida es así: a veces ganas, a veces pierdes, a veces llueve… pero si peleas de corazón y hasta el final con tus metas por delante, entonces esa vida es digna de ser vivida. Es un placer de placeres. Es un regalo divino.

“Esto no se acaba, hasta que se acaba…”

(Marzo 3, 2009)

sábado, 7 de marzo de 2009

Como gaviota

Por: Nicolás Guevara

Como gaviota te elevas sobre el mar
y la angustia múltiple de ser mujer.
Tu pena es una estrella escapando al sur
tu firmeza, un desafío de luna al amor
en una y otra estoy
con el insomnio mudo de mi cuerpo
la imaginación fecunda de medianoche
y el recuerdo tierno del vestido blanco
que te trajo a mí.

lunes, 2 de marzo de 2009

Sueño oportuno

Por: Humberto Rivas

Me duele tu rostro despojado de sonrisa,
me duele tu sonrisa robada en un suspiro de amanecer.
Sonrisas de niños que no viven del todo;
de ancianos, que viven prestados días de desilusión
en un mundo que nunca fue suyo;
sonrisas verdes de juventud que brota con poco espacio
para conciencia y libertad.

Semblantes huérfanos de mirada
y huérfanos los labios de palabra.
Aves sin su nido, amantes sin pasión,
Olimpo sin dioses, mañana sin ilusión.
Me duelen mis propias sonrisas que me faltan.

Pero al final despierto y sueño:
sueño con besos ausentes, abrazos perpetuos
y caricias inmortales de humanidad.

Con puertas abiertas hacia la verdad y sus circunstancias
con antártidas de solidaridad perdidas,
ahogadas en pro de la civilización.

Sueño un día en que gire, según la ley,
la tierra en rotación y traslación
y que a todos toque su trozo de sol
y que la luna, deshecha en mil ternuras,
sonría al ser en su insomnio reflexivo
y lo mantenga despierto en un sueño
de desvelo.

miércoles, 25 de febrero de 2009

Fantasía

Por: Eddy Ulerio

Cuántas veces he querido ir a tu encuentro
y abrazarte tan fuerte; que tu cuerpo se ciña
al mío, como la hiedra a la pared.
Pero te noto distante y fría.

Mis deseos se truncan obsesivos
al volverte inaccesible a mi querer.

Con impotencia, te veo desaparecer
en la sombra de la noche, como el rocío
al advertir la presencia del Sol.

Yo, en cambio, te sigo esperando
en mi soledad de siempre;
inventando excusas,
en mi intento de justificarte.

Despierto a la realidad y no encuentro
satisfacción a este amor sin razón;
qué pena que sólo existas, en mi imaginación.

sábado, 21 de febrero de 2009

25 de Febrero

Por: Franklin A. Peralta E.

A Vladi


Una oculta alma de todólogo
un código genético para servir
marca innegable de tu homólogo
padre y amigo que te dio el vivir.

Buscar sentido al misterio de gritar
quién soy de dónde vengo adónde voy
te trajo a la orilla a completar
un Buendía una familia donde hoy

después de muchas risas, llantos, cantares,
malos ratos, potes, finales, fracasos,
mujeres, vainas, bailes, enojos, andares,

muertes, exámenes, logros, soledades,
hermanos probados en todos los trances,
has de hallar quizás... inciertas verdades.


(Para su cumpleaños del 2003 y del 2009)

lunes, 16 de febrero de 2009

Despedida

Por: Héctor Martínez D.

Cual horizonte perdido en un día gris
en un atardecer sin sol
y en una noche sin estrellas,
se disuelve tu presencia
y sin más, desvelas nuevos ímpetus
y libera mi afectiva conciencia

Horizonte de constante posibilidad,
ímpetus de esperanzas por construir
y conciencia de pertenencia y raíz
que convocan a nueva verdad.

Sólo semblantes anonimizados
entre quejas y existenciales letargos
yacen en la memoria de nuestras miradas,
por la pena y el desinterés arrastradas
a la confirmación de un nosotros
resituado en posibilidades negadas.

jueves, 12 de febrero de 2009

Digo amor

Por: Jean Suriel

DIGO amor
y se detiene el tiempo en mi boca
se reduce el espacio a tu piel
digo amor
y repetidas veces
hago el amor con tu recuerdo
tan sólo digo amor
y recreas los conjuros
de todos los amores
siempre digo amor

domingo, 8 de febrero de 2009

¿Evangelio apócrifo… o vivencias de gente sencilla?

Por: Rafael Álvarez de los Santos

Me lo contó mi amigo, hermano y compadre Francis Franco. El caso de un señor que le dijo “no sé cómo es que las personas ahora leen dizque la Biblia, no sé de dónde apareció eso. En mi tiempo se leían las sagradas escrituras.” Y a continuación pasó a narrarle los episodios que se podían leer en sus sagradas escrituras.

En ese libro usted encontraba las historias de Pedro el Cruel, Vaiga Vila y Dima. Cuando habla de Vaiga Vila supongo que hace referencia a José María Vargas Vila, un polémico pensador del siglo XX que se caracterizó por sus ardientes críticas al clero católico de esa época, cuestión que le mereció la excomunión por parte de la Iglesia Católica.

Pues me lo contaba este hermano. Decía que Pedro el Cruel fue una persona que le negó un vaso de agua a Jesús y este le preguntó ¿cómo le vas a negar un vaso de agua a tu señor Jesucristo? Y él le contestó “Se lo niego a Jesucristo y a quien sea”. De inmediato vino la sentencia “Por haberle negado un vaso de agua a tu Señor Jesucristo, estás condenado a cargar una cadena mientras las mujeres paran”. A partir de ahí Pedro el Cruel ha arrastrado una cadena por el resto de su vida. Se dice que si en algún momento aparece un hombre que pregunte ¿Y todavía las mujeres paren? Se le debe de contestar “paren y parirán”, porque de contestarse que sí entonces la maldición pasará a la persona que haya contestado.

Sobre Dimas contaba que era una persona que comía carne humana y que vivía en una cueva junto a otras personas que también se alimentaban de lo mismo; aunque parece que entre ellos existía algún código de ética porque no se comían el uno al otro. Resulta que cuando José y María tuvieron que huir a Egipto porque habían promulgado el decreto de que mataran a los niños menores de tres años, cruzando frente a la cueva donde vivían los antropófagos. De inmediato uno de los que estaban en la cueva dijo “me huele a carne humana”, a lo que Dimas ripostó “Tengan mucho cuidado que ese es mi señor Jesucristo que va en brazos de la Virgen María” y protegió a la familia de Nazaret de que no se lo comieran. Cuando Jesús fue crucificado, a su derecha estaba Dimas a quien Jesús reconoció y como premio le dijo “hoy estarás conmigo en el paraíso”.

Esta historia de alguna manera viene a contradecir lo que históricamente ha sido dicho por estar narrado en la Biblia de que quien estaba a la derecha de Jesús era un ladrón a quien se le ha catalogado como “el buen ladrón”. Además, tampoco sería cierto las palabras de este al lado de la cruz de Jesús cuando el ladrón que estaba a la izquierda increpó a Jesús diciéndole “si en verdad eres el hijo de Dios sálvate tú y sálvanos a nosotros”.

Es bueno destacar que en este texto está esa creencia supersticiosa de la izquierda y de la derecha. Si se fijan el buen ladrón (en este caso Dimas el que defendió a Jesús de que no se lo comieran) estaba a la derecha y el malo estaba a la izquierda. Inclusive nos encontramos que en un diccionario la siniestra (mano izquierda) tienes todos los significados malos habidos y por haber, pero no así la derecha o la diestra como se le ha de llamar.

Lo cierto es que la gente va construyendo sus historias, sus creencias y adaptándolas a sus vidas hasta el punto que las predican como verdad. ¿Quién no ha escuchado un refrán muy popular que reza: “Dios dice ayúdate que yo te ayudaré”? Se pueden leer la Biblia del Génesis al Apocalipsis y no encontrarán la tan sabia sentencia.

Es simplemente esa fe de la gente sencilla que es capaz de hacer vida lo que cree y su fe no la complican con estudios teológicos ni dogmas, sinceramente creen y eso les hace felices.

miércoles, 4 de febrero de 2009

Escorpión de Botero

Por: Nicolás Guevara

Enigma del zodíaco, atrevimiento del deseo
fidelidad de noviembre en el silencio del agua.
Ola y arrecife durante y después de la tormenta.
Fuerza, iniciativa, desquite, acertijo de la entrega
impacto del cielo en el corazón:
es la escorpión de Botero atravesando mi vida.

jueves, 29 de enero de 2009

¿QUIÉN SOY?

Por: Jacinto Sención Mateo

Soy sentimiento, soy pensamiento, soy lo que intento ser,
de lo que siento y pienso poder hacerlo realidad.

No sé si me conozco todavía, o si podré conocerme algún día. Sin embargo, no ha sido ni será problema más que para aquellos que al verme me interpelan con pensamientos equívocos, llenos de prejuicios, que respondiendo a un modelo hegemónico, me etiquetan sin piedad para no ver lo visible que hay en mí. No creo que pueda cambiar esta realidad, que de no ser por ella no sería lo que soy, de lo que siento y pienso callarlo en silencio de la oscuridad.

Soy sentimiento, soy pensamiento, soy lo que intento ser,
de lo que siento y pienso poder hacerlo realidad.

Son los sentimientos que me hacen ver la vida tan confusa, como aquella mañana, que al despertar, no sentía mi cuerpo y cuando trataba de tocarme sólo me encontraba con el vacío de mi propia existencia que había dejado de existir por un momento. Cosa que no puedo explicar todavía. Pero los sentimientos están tan unidos a mí, que de no ser por ellos, no hubiera fracasado tantas veces en la vida, y con ellos, para bien o para mal, caminaré hasta lo más lejano de la posibilidad de vivir.

Soy sentimiento, soy pensamiento, soy lo que intento ser,
de lo que siento y pienso poder hacerlo realidad.

No siempre lo que hago es por que lo pienso, porque de ser así, no sería lo que soy, una persona presa de su propio pensamiento. Y por no expresar lo que siento y pienso, soy lo que no debía ser, uno más de lo que el modelo quiso hacer de mí, donde la indiferencia mueve mis pasos para no ver las tantas injusticias que a diario caen sobre “los de abajo”, sin que mis labios puedan pronunciar una sola palabra como protesta; más bien, la conciencia prefirió segarme hasta el día de hoy. Lo peor es que en el mañana no me veo libre de estas ataduras, que ni el sistema ni yo pensamos soltarnos en lo absoluto.

Soy sentimiento, soy pensamiento, soy lo que intento ser,
de lo que siento y pienso poder hacerlo realidad.

¿Quién soy? ¿Una apariencia? ¿Un intento de ser? ¿O soy pensamiento y sentimiento a la vez? Ahora no estoy claro de lo que soy, ya que lo que siento y pienso no lo hago realidad. La confusión se agudiza aún más, dando paso a las dudas que me interpelan a tomar una postura con mi identidad. Para ser sincero no es tan fácil ser, y en lo mejor de los casos, preferimos seguir en la mentira de la vida, que a todos nos toca jugar sin apelar a nuestra libertad. Es el precio que debemos pagar para no dejar al descubierto lo miserable que somos, siendo inconscientes con nosotros mismos y más con el mundo, que espera que lo transformemos, para no ser lo que somos, si no lo que beberíamos ser, de lo que sentimos y pensamos hacerlo realidad.

Soy sentimiento, soy pensamiento, soy lo que intento ser,
de lo que siento y pienso poder hacerlo realidad.

lunes, 26 de enero de 2009

Perdición

Por: Franklin A. Peralta E.

Un río ancestral
que no encuentra su cauce.
Un galeón en el desierto
con sus velas infladas por la confusión,
con ruta fija hacia el desastre,
con una ancla compuesta por retazos de deseos.

Cada vez más unido
al fluido vital de tus encantos
moldeados a mano.

Ruidos que intentan callar
este placer de poseerte.
Negación del origen de la vida
para encontrarme en tus labios depredadores.

Si por lo menos pudiera
detener esta danza macabra
que me haces bailar al compás
de tus ojos negros y encantadores.



(Al segundo paso en el 2003)

jueves, 22 de enero de 2009

Un día cualquiera

Por María Ovalles

Lo recuerdo muy bien porque fue una semana antes de que cumpliera los quince. Ese día había huelga y por eso no fui a la escuela y también por eso todo el mundo estaba en su casa. Menos los muchachos de mi calle, que jugaban pelota en plena vía, porque ese día nadie en su sano juicio, le había dicho Héctor a Rafy, saldría en su carro “porque si no se lo quemaban ahí mismo, como si na’”, y así lo convenció de que se quedaran jugando a las damas en un tablero que él mismo pintó y que estaba lleno de tapitas de Coca-Cola y Country Club, en vez de ir al Parque Colón, donde se pasaban las tardes hablando pendejá como solo ello sabían hacerlo.

Yo me hubiera quedado todo el día en la cama de no haber sido por Natalia, para quien desperdiciar una mañana durmiendo era casi tan malo como ir a la escuela. Soñaba que se me hacía tarde para ir no sé a donde y que no encontraba los zapatos cuando sentí que alguien me movía en la cama y era ella, Natalia. “¿Qué haces durmiendo? Levántate. Tú mamá te dio permiso para te pases el día en mi casa. Toma, ponte esto”, me dijo, mientras tiraba sobre mi cama unos pantaloncitos negro y un suéter de rayas rojas que sacó de mi closet.

Desde mi habitación oía a Natalia discutir con Rafy y con Héctor. Mi hermano tenía 20 años y Héctor 21. Estaban terminando la universidad. Por eso nunca nos hacían mucho caso a Natalia y a mí. Nos evitaban como si hubiéramos tenido el Sida u otra enfermedad contagiosa. Y en los escasos momentos –como aquella mañana- que por algún milagro divino dejaban a alguna de nosotras estar algunos centímetros cerca nos ignoraban, o en el mejor de los casos nos entraban a boches.

“Llévate a esta loca”, me dijo Rafy cuando aparecí en la terraza. Natalia se paró de mala gana de la mecedora y me agarró del brazo mientras insultaba a Rafy y a Héctor. Fuimos hasta la cocina, donde mami pelaba unas chinas que tío Luis le había traído del Cibao. Me pasó un gajo. Estaba muy dulce, casi como la azúcar.

“No sirven para jugo”, me dijo. “Te las voy a guardar en la nevera para que te la comas frías, como te gustan”. Cuando íbamos saliendo ya de la casa la escuché gritarme “No se vayan a ir para otro lado”.

Mami era muy celosa conmigo. No me perdía ni pie ni pisá. No me dejaba ir al club, donde se reunían todos los sábados, después de practicar voleibol, la mayoría de las muchachas de mi calle, y si las fiestecitas caseras que se hacían los fines de semana en el barrio no llenaban ciertos requisitos estaban vedadas para mí. El único terreno seguro para ella era la casa de la abuela de Natalia, donde mi amiga vivía desde que tenía uso de razón y en la que esperaba paciente que le llegaran los papeles para irse a vivir a Nueva York con su mamá.

La casa de doña Carmen estaba en el límite del barrio. Unos cuantos pasos más allá comenzaba Los Restauradores. A mami no le gustaba que yo fuera a ese barrio, hay muchos tigueres, decía. De todas formas Natalia y yo íbamos a cada rato a visitar a Yokasta, que vivía allá y estudiaba con nosotras.

A la abuela de Natalia le daba un pepino donde nos metiéramos, siempre que no estuviéramos cerca jodiendo la paciencia todo estaba bien. Ni siquiera teníamos que mentirle, como lo hacíamos con mi mamá, sólo salíamos y ya.

Cuando llegamos, doña Carmen estaba sentada en la terraza que conducía de la marquesina a la cocina. Desgranaba unos güandules. Vista así, desde lejos, encorvada y gordota, me recordaba una pintura que vi una vez en El Conde. Además de gorda también era grande y fuerte. Y encima peleona. Tenía unos ojos color verde claro, los mismos de Natalia, y según mi amiga, los mismos también de su madre. La doña tenia sus días difíciles –es depresiva, aseguraba Natalia- y era conocida en todo el barrio y unas cuantas cuadras más allá por sus pastillas tranquilizantes. Las llevaba con ella a todas partes y ante el primer pique se tomaba una.

En la nevera hay jugo de chinola, le dijo a Natalia, sírvanse un vaso y no hagan mucha bulla que me duele la cabeza.

Toda la familia de Natalia vivía en Estados Unidos. Su abuela, su tío Héctor, que odiaba a los gringos, y su primo Nelson, que aunque era un hombre de más de 20 años parecía un muchacho de 12 y al que todo el barrio quería porque nadie como él para ayudar en los velorios, en las fiestas patronales y en los cumpleaños, era toda la familia que Natalia tenía en Santo Domingo.

En esos meses también estaba en la casa de Natalia su prima Rocío. Ya estábamos acostumbradas a verla dos o tres veces al año en Santo Domingo. Incluso una vez se inscribió en El Carmen para terminar el bachillerato, pero a los pocos meses regresó a Nueva York.

Rocío era la que nos enseñaba los trucos de modas, la que primero nos explicó como besar a un muchacho. A veces hasta nos dejaba fumarnos un Marlboro con ella. Siempre andaba bonita, bien arregladita, y con unos peinados chulísimos que ella misma se hacía. Pero aquella mañana andaba como una loca, desgreñada y con un pijama larguísimo de Hello Kitty. Nos saludó con la mano y siguió para la cocina. Oímos cuando la abuela de Natalia comenzó a pelearle desde la terraza.

“… y como vuelvas a llegar a deshora prepárate que vas a dormir en la calle, ¿me oíte? Toy jarta de que lo tiguere eso vengan a bucarte como si tú no tuviera familia. Me vas a matar, gracia a Dio que tu santo padre, que Dio lo tenga en gloria, no tá vivo porque si no vuelve y se muere de un pique. Eres igualita a la boricua esa que te parió. Siempre se lo dije a mi José, no te metas con extranjera, si te vas a casar por allá halo con una dominicana, esa mujere extranjera no son fácile, y mira ahora, yo pagando las consecuencias. ¿Tú me tá oyendo? ¿Eh? No te haga la sorda…”

Rocío nos caía bien porque además de sus consejos para ligar con los jevos cuando regresaba a Nueva York nos dejaba toda su ropa, algunas no nos servían pero con las que si nos quedaban causábamos sensación. Íbamos dos pasos más adelante, decía el tío Héctor, de las demás muchachas del barrio, aunque eso significara que ya le habíamos vendido el alma al diablo y al enemigo, según él. Sólo Yokasta nos podía igualar. A ella su mamá le traía la ropa de Curazao, donde se pasaba la mayor parte del año comprando cosas para luego venderlas en Santo Domingo. Aunque todo el barrio sabía que en realidad vivía allá con un jodedor y muchos aseguraban que ella también vendía en Los Restauradores.

Natalia me había confesado que a veces su familia le daba asco. En realidad era una familia rara, si se le comparaba con las otras del barrio: todos vivíamos con mamá y papá, no teníamos tíos solterones ni comunistas, ni abuelas depresivas adictas a las pastillas tranquilizantes, ni primas cueros, y nuestros familiares más sonsos vivían en los campos. Yo envidiaba la suerte de mi amiga. Vivir a sus anchas sin que nadie le pusiera freno. Eso si que era tener suerte.

Natalia estaba en uno de esos momentos en que le gustaba acabar con su propia sangre, quejándose conmigo de lo tanto que peleaba la degraciá de su abuela –todavía no paraba la cantaleta que le tenía montada a Rocío en la cocina-, cuando entró Nelson en la sala. El también tenía los ojos verdes claros. Pudo haber sido muy bonito, de no haber sido por esa aura de idiotez que redondeaba su cara. Natalia y yo lo queríamos mucho.

-¿Y esos tenis?- le dijo Natalia ¿de dónde los sacaste?

-Se los regalé yo- gritó Rocío desde la cocina, ignorando a su abuela.

-Uyy, pero te ves muy bonito. Ven pa’cá, déjame verte. ¿Verdad que se ve lindo?

-Si, se ve lindo- dije yo, mientras Nelson se movía de un lado para otro para que viéramos mejor los Puma azul cielo que Rocío le había regalado.

-Son caros- dijo él, mientras salía casi corriendo y gritaba “mamá, vengo ahora”.
La abuela de Natalia se paró en el pasillo que lleva de la cocina a la sala y se quedó mirando un rato la puerta por donde Nelson salió. Después de varios segundos dio la espalda y siguió peleando con Rocío.

Voy a llamar a Yokasta a ver que ‘tá haciendo y nos vamos para su casa, ¿quieres?, sugirió Natalia.

La escuché hablar con Yokasta por teléfono. Cuando terminó, le dijo a su abuela “mamá, vamos a estar un rato donde Yokasta”. Doña Carmen, que aún resoplaba de furia con Rocío, sólo movió sus manos como si estuvieran espantando una mosca y nos dijo “regresen a tiempo para comer, no voy a esperar a nadie”.

Eran las 11:30 de la mañana y Natalia y yo sabíamos que no íbamos a regresar a tiempo para comer. Nunca lo hacíamos cuando nos juntábamos con la viciosa de Yokasta, como le llamaba Natalia.

Yokasta había cumplido ya los quince y sabía mucho más cosas que Natalia y que yo juntas. Tocamos varias veces la puerta de su casa. Cuando estábamos casi por irnos porque nadie nos abría la vimos aparecer con una sonrisa que le llenaba toda la cara.

“Oh, misamigas”, nos dijo y nos besó en la mejilla. Natalia me miró y luego la miró a ella, ¿Qué te pasa?, le preguntó. Yokasta no contestó. Dio media vuelta y siguió para su habitación.

Estaba con Pablo, un muchacho de nuestro barrio que empezaría la universidad a finales del verano y que había sido chambelán en los quince de la Yoka, como le decíamos en la escuela.

Toda la habitación tenía un olor a yerba que tumbaba. ¿Tus amigas fuman? dijo Pablo con aire casi despectivo. Se creía hombre porque pronto entraría a la universidad.
¿Dónde está tu mamá? Le pregunté a Yokasta, ignorando a Pablo. Salió a llevar una mercancía, contestó ella.

¿Qué tipo de mercancía? Dijo Natalia y nos echamos a reír. Incluso Pablo se río, pero Yokasta hizo una mueca rarísima y dijo “bueno, quieren fumar ¿si o no?”.

Nos fumamos un tabaquito que nos pasamos de mano en mano en silencio. Era la tercera vez que yo fumaba. La primera fue con Carlos, en el patio de la casa de doña Carmen –esa vez el tío de Natalia nos encontró y tuve que jurarle que jamás, jamás lo volvería hacer para que no fuera con el chisme donde mami-. La segunda vez fue ahí mismo, en la habitación de Yokasta. No estaban ni Pablo ni Natalia. Sólo Carlos, la Yoka y yo.

Pablo comenzó a preguntar si teníamos novios. Yo sí, dije, pensando en Carlos y en los estrujones que nos dábamos en el patio de la casa de doña Carmen. Natalia parece que me leyó el pensamiento y dijo “no se cuentan los muchachos con los que sólo nos besamos”. Nos volvimos a reír.

¿Entonces saben besar?, dijo pablo. A ver, demuéstrenlo.

Pablo tenía la lengua fría, pero sabía besar. No sé que le pasó a Natalia, que se puso como el diablo y dijo que se quería ir. Pero acaban de llegar, no sean así, se quejaba La Yoka.

Cállate, viciosa, le dijo Natalia.

Viciosa, pero mucho que te fumas la yerba que consigo.

Si quieres, más nunca vuelvo a tu casa.

Mujeres, ya, coñazo, dijo Pablo, si se va a poner en mala onda mejor no fumen.

Salimos los cuatro y nos fuimos a un parque cerca de la parroquia del barrio de Yokasta. Allí nos sentamos. Natalia estaba con la vista perdida, Yokasta se rascaba la cabeza como si tuviera piojo y Pablo cantaba bajito una canción que por esos días sonaba mucho en la radio. Así nos pasamos un buen rato los cuatro, con Pablo a veces atajando las intenciones de Yokasta y Natalia de entrarse a trompá.

Tengo hambre, dije yo. Natalia uso aquel comentario como excusa y dijo es hora de que nos vayamos a comer, mi abuela nos está esperando.

Lucia, dijo Yokasta, vuelve a mi casa cuando quieras, y tú también, mal agredecía, dijo refiriéndose a Natalia.

Maldita viciosa dijo Natalia mientras nos alejábamos.

No sé por qué te pones así, Yokasta es chévere, es buena onda.

Natalia me miró con aquellos ojos verdes claros que le habían ganado el apodo de la gata. Me miró tan fijamente que me asustó.

¿Siempre vas a ser mi mejor amiga?, me preguntó. Ella era así, preguntaba las cosas más raras en los momentos más raros.

Claro tonta, le contesté. Ven, vámonos, en serio tengo hambre.

Dos calles antes de llegar a nuestro barrio vimos gente corriendo. Luego sonaron unos tiros que los sentí tan cerca que me hicieron perder la orientación. Entre aquella gente que corría sin dirección fija Natalia y yo nos agarramos fuerte de las manos. Sentí como me halaba, haciendo mucha fuerza, hasta que llegamos a una esquina donde se aglomeraba mucha gente. Alguien agarró a Natalia por los hombros y le dijo “ay, niña, pobre de tu primo”.

Entonces lo vimos. Estaba tirado en mitad de la calle y sangraba por la boca. A penas pude ver como le quitaban los tenis mientras doña Carmen se acercaba al grupo de gente con las manos en la cabeza y Rocío decía toda clase de maldiciones detrás de ella.

Llegaron más policías y la gente, como dice Héctor, dejó el claro. Pero yo me que quedé con Natalia que lloraba mucho y se abrazaba a su abuela. Y ahí fue cuando Rafy me agarró por el brazo y me dijo que nos íbamos para la casa. El tío de Natalia le pidió a mi hermano que también se la llevara a ella.

De camino a casa Natalia seguía llorando. Cuando llegamos nos sentamos en la terraza y no recuerdo que le dije pero dejó de llorar. Entonces nos pusimos a jugar a las damas en el tablero que Héctor pintó. Natalia cogió las tapitas de Coca Cola y yo las de Country Club. Lo recuerdo muy bien porque fue una semana antes de que cumpliera los quince.