domingo, 28 de noviembre de 2010

Poema del sol

Por: Nicolás Guevara

Toma mis manos agobiadas
de abrir nuevos caminos
mi boca dulce de humedecer palabras
toma mis brazos fuertes
de abrazar el mundo
mis ojos esquivos de andar en la ternura
estos versos de colores
dibujados en el papel.

Asume todo lo que quieras:
mis pasos, mi silencio, mi universo
creciendo a golpes de sudor, pena y alegría.
Toma mis ideas camino hacia la luz
mi sonrisa movida por el viento
este deseo creciente de tocar el cielo
toma de mí
lo que te sirva para la vida
lo demás, déjalo tirado en el camino
donde lo pueda secar el sol.


(Tomado del libro: Después de un cuarto de siglo. 1989)

sábado, 20 de noviembre de 2010

Perdido en la oscuridad

Por: Jacinto Sención Mateo

El cielo oscurece de prisa
descansa el día, llega la noche
tan oscura la siento
tan distante la miro
no soporto su ausencia.

Camino sobre el abismo
cada vez más lejano
lo miro y no lo encuentro
mientras la noche llora
y la oscuridad tras mis pasos.

Paseo por la plaza mayor
ruidos me persiguen
día de mercado, de movimiento
sin ver los rostros perdidos
sin ver la luz en mis ojos.

Tiendo mis manos al cielo
y nada puedo tocar
busco hacia abajo y nada
solo al encuentro el abismo
abismo en la oscuridad.

Mientras me busco y me toco
no siento nada más que el frío
sólo el viento húmedo
y mis manos perdidas
buscando en la oscuridad.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Renacer

Por: Franklin A. Peralta E.

De meses imitadores de minutos
que se suceden lentos como segundos
quiero formar los paquetes diminutos
orgullo de los recuerdos trotamundos.

Beberse a sorbos cortos las sorpresas
canciones de revoluciones pérdidas
imagen renovadora de empresas
con sagradas escrituras compartidas.

Rehúyo de la oscura luz del llanto
su risa permisiva me intimida
busco en el olvido su verde canto.

Frío calor y deseo serán llama
cómplice incendiaria de la memoria
que renace otra vez porque aún ama.


(Al día siguiente de nacer la libertad en el 2002)

domingo, 7 de noviembre de 2010

Coma aquí y pique en su casa

Por: Rafael Alvarez de los Santos

Las personas de nuestros campos son muy expresivas, simpáticas, sinceras y diría que hasta ingenuas en muchas ocasiones.

Siempre he dicho que cada cierto tiempo hay que darse la vuelta por algún campo para no sentir que todo está perdido, para liberarnos un poco de las tensiones de la ciudad, y para reavivar el ánimo.

La historia que les contaré no me sucedió a mí como la mayoría de las historias que relato en estos escritos, sino que le pasó a una vecina mía. Una señora muy mayor, pero muy querida en nuestro campo. Omitiré el nombre de la señora por respeto a sus restos (pues ya falleció) y a sus familiares.

La hora del almuerzo siempre ha sido sagrada en los campos, tan así que hasta cerraban la puerta delantera de la casa y los negocios cerraban al mediodía y volvían a abrir a las dos de la tarde.

Esta señora se encontraba a punto de comenzar a almorzar cuando llegó un señor de imprevisto. Normalmente en los campos se suele cocinar más de lo normal por si llega alguien, pero en el caso de esta señora parece que no fue así.

En cuanto saludó el señor, la señora le dice “A buen tiempo” y él responde con la consabida expresión “Buen provecho”. En ese mismo instante se generó una conversación en torno a la comida:

Señora: Pero venga para que coma.

Señor: No gracias ya yo comí.

Señora: Pero cómase aunque sea un poco. No me haga el desplante.

Señor: Bueno, ya que tanto insiste voy a “picar” un poquito, porque ya yo comí. Es sólo por no hacerle el desaire.

Resulta que el señor se sentó, tomó el plato y como quien no quiere la cosa se comió toda la comida dejando a la doña sin comer.

Al ver la señora semejante acción, no le quedó otra alternativa que decirle a una nieta que tenía en la casa: “Nani, hazme el favor de ponerme un plátano a hervir”, mientras se dirigía al “invitado” diciéndole: “Y para la próxima coma aquí y pique en su casa”.