Caminando hacia el sur profundo, un mundo de sorpresas pude
encontrar. Nada que ver con progreso y mucho menos con equidad. La gente me
preguntaba por el presidente. No supe responder y tan poco consolar tan
profunda angustia que en cada rostro pude contemplar. ¿Estaba de vuelta en
Comala? No. Esta es la pura realidad; tan real como muchos lugares que hoy
forman parte de las migajas que nos dejan las secuelas del progreso y
desarrollo. Esta miseria maldita en la que está sumergida gran parte de la
República Dominicana. ¿Quién responde a las desgracias de tantas personas que
aún padecen la pobreza extrema? Ya la FAO habló. Es hambre. Y los políticos
cambian pan por votos. Los votos no se comen;
el pan sí. La gente seguirá votando por sus verdugos cada cuatro años; a la
espera de un redentor que los lleve a la tierra prometida, donde sus penas
cesarán y contemplarán cara a cara al gran libertador.
lunes, 28 de enero de 2019
Hambre y eufemismo
Por: Humberto Rivas
Hambre de pan
estómagos vacíamente comprimidos,
simbólicamente falta de pan
es falta de los elementos primordiales
que hacen que estos cuerpos
no se pierdan en la brisa.
Falta de pan puede ser
falta de bocado para la boca
puede ser de techo, de salud,
de dignidad, de tantas otras cosas.
Falta de pan, eufemismo radical
que quiere decir que hay miseria,
que no hay motivos suficientes
para meter los pies bajo la mesa.
Que hay gente que no come
no es una figura literaria
es una literalidad sin alegorismo.
Para algunos es una metáfora,
un simbolismo.
Sí, es cierto, hay hambre de respeto,
de autoestima, de ego, de besos, de abrazos,
de carro nuevo, de sexo, de conocimiento,
incluso de fantasías y superficialidades,
de todo eso hay hambre.
Pero el hambre del pobre literalmente hablando
es de vivienda, salud, educación y alimento.
La falta de pan no es tan obvia para unos pocos
como lo es la falta de sol en un día nublado.
Para quien la padece, en cambio, sobre la piel,
es tan obvia y tremenda como una cotidiana redundancia
que borra sonrisas en los huesos,
y ara la piel como sembradío baldío
de terrones infructuosos.
Parece mentira,
en este mundo rico
hay un chorro de gente que vive
en el fondo de un cántaro vacío,
repasando los últimos granitos
de un rosario de un triste miserere
antes de caer con los brazos rendidos
con la cara hacia el olvido.
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