martes, 29 de junio de 2010

Razones, o ¿excusas?, para tomar

Por: Rafael Álvarez de los Santos

(Dedicado a Franklin, Joaquín, Vladimir y Rubén,
fieles amigos de empinar el codo aunque la vaina esté mal).

Comenzaré por ser honesto y decir que este escrito lo había pensado mucho antes de hacerlo, porque en el fondo mantengo mis ideas firmes. No obstante, aclaro que las ideas expuestas en este artículo son de la absoluta responsabilidad del bebedor que me las dijo.

Corría el año 1996 y andaba yo en mis afanes de querer ser cura y de santificar todo cuanto por el lado me cruzara… inclusive las faldas.

De camino hacia La Vega, abordé un vehículo de Cevicos a Cotuí. Entré en conversación con el conductor, quién me abordó primero al decirme: “Yo a usted lo he visto cantando en la iglesia, usted canta bonito”. Agradecí el gesto de aquel señor y seguimos en franca conversación. “A mí solamente hay una cosa que no me gusta de la iglesia y es la hipocresía de la gente incluyendo al mismo padre”, agregó el señor con voz convencida.

Le pregunté por qué decía que la gente que iba a la iglesia era hipócrita, a lo que el señor respondió: “Lo que pasa es que en la iglesia quieren renegar de la verdad. Por ejemplo, no quieren que la gente beba cuando la Biblia dice que el vino alegra el corazón del hombre y alegra el alma de la mujer también”. Y agregó: “¿Usted ve? La Biblia misma manda a que la gente beba romo”. “Además otra cosa”, continuó el señor, “¿Dígame usted cuál fue el primer milagro de Jesucristo, no fue convertir el agua en vino? La Biblia está llena de versículos que mandan a que la gente beba”, me decía en tono elevado.

Sus argumentos arrancaron más de una carcajada en el carro. En mi caso, por no dar mi brazo a torcer, intenté explicar al amigo sobre las consecuencias para la salud del consumo de alcohol, pero sus argumentos en este sentido también fueron contundentes. “Esa vaina es mentira” volvió a gritar y esta vez señalándome con el dedo índice. “Porque dígame usted ¿Si usted se hace una herida con qué es que lo desinfectan? ¿Si lo van a operar con qué es que lo desinfectan? ¿Si le van a poner una inyección con qué es que lo desinfectan?” A cada una de sus preguntas tuve que responder: “con alcohol, señor”.

“Usted ve”, me decía entre sonrisas, “y eso que toa esa vaina es por fuera, entonces ¿usted se imagina lo que hará el alcohol por dentro?” “El que bebe no le da ni gripe” “Hay cantidad de gente que vive con ameba y veinte mil vainas más. Yo quisiera ver esa ameba que yo le mande un viaje de Brugal lo que va a hacer”.

Seguía el señor llevándose los honores en el carro, por mi parte intenté abordarlo buscando tocar su parte sensible al decirle que la bebida es una de las principales culpables de que miles de hogares se desintegren y que muchos jóvenes sean unos frustrados por haber tenido un padre alcohólico. “Eso es porque no han entendido la importancia de beber” refutó el señor de inmediato. “El hombre que bebe, en su casa deberían tratarlo como un héroe, tener un cuadro de él en la sala y prenderle velas”. Pregunté que en qué basaba tan sacrílega idea, a lo que respondió: “mire, con lo peligrosa que está la calle, cuando uno sale a beber expone su vida a que lo maten o lo atraquen y sin embargo uno regresa a la casa bien sin un rasguño, vivito o coleando. Además la mujer debería esperar a uno con los brazos abiertos, porque el hombre que bebe se encuentra con miles de mujeres buenísimas y sin embargo uno prefiere ir a la casa y dormir con la mujer de uno. Yo creo que deberían comprendernos más”.

Cada instante la conversación iba tomando un ritmo diferente y, antes de llegar a mi destino sonreí bastante con el último de sus argumentos. “Si la gente de Brugal y Barceló fueran otros deberían de reconocernos porque gracias a nosotros están ellos donde están, nosotros somos los que lo hacemos ricos a ellos”. Le comenté que la fundación Brugal da un millón de pesos cada año con el premio Brugal cree en su gente. El señor soltó una carcajada fuerte mientras decía “Oye esa vaina, que Brugal cree en su gente, eso es mentira porque su gente somos nosotros y yo nunca he visto un chele de ese millón que usted dice”.

Les confieso que esto último sí lo pensé, pues nunca he entendido por qué instituciones religiosas y caritativas aceptan un premio que proviene del mercadeo de un producto que ellos mismos afirman es dañino. Si Brugal creyera en su gente el premio debería ser pa’los que toman, pero muy por el contrario utilizan el dinero de quienes beben para premiar a los que no beben.

No he vuelto a encontrarme con este señor, pero de seguro que andará con su Biblia. Habrá descubierto nuevos textos que justifiquen su bebida, porque no imagino que haya dejado de tomar, cuando su fe en la Biblia era precisamente porque reafirmaba su vicio. Vaya razones para creer.

martes, 22 de junio de 2010

Recordemos el 14 de Junio de 1959

Por: Francisco (Lulo) Pérez

Es el 14 de junio
una fecha precursora
de la lucha redentora
que nos sacó al plenilunio
de la férrea dictadura
que impuso con mano dura
el sátrapa de Trujillo
con decisión y bravura.

Cuando pocos se atrevieron
a enfrentar al indolente
un puñado de valientes
sus pellejos expusieron
y a inmolarse aquí vinieron
del exilio en que vivían
como objetivos traían
empuñados en la mano
librar al dominicano
de la odiosa tiranía.

Por Constanza y por Maimón
también por Estero Hondo
llegó el grupo muy orondo
de su justa rebelión
bajo la gran dirección
de Enrique Jiménez Moya
quien preparó la tramoya
para esta gesta grandiosa
junto a un grupo patriota
que en todo siempre lo apoya.

Aunque no triunfó ese grupo
de manera militar
pero sí logró plantar
de la lucha su gran fruto
y el pueblo muy pronto supo
que la semilla ya estaba
en tierra fértil sembrada
y la conciencia crecía
que la horrible tiranía
pronto sería derrotada.

Recordemos el catorce
de Junio cincuenta y nueve
como el día en que se promueve
la conciencia a vivas voces
las Mirabal desde entonces
dieron su sangre día a día
enfrentado la jauría
asesina y criminal
y con su sangre aportar
a derrumbar la tiranía.

jueves, 17 de junio de 2010

Un día extraño

Por: Franklin Peralta

Un astro blanco es la primera señal,
desdén fatídico de una salida
cuya única catarsis permitida
es un regreso incierto y otoñal.

El momento azul de la caricia
se presenta ausente y agobiante
escarceo agrio lleno de malicia
trampa mortal al amor agonizante.

Este calor por cable sin corriente,
este amargo sentir en juventud,
este dudar de ti frío y demente.

Mejor será vestirse la armadura,
cerrar filas ante el mal que se presiente
ceder y cohabitar con la locura.


(En el cumpleaños hermano del 2002)

domingo, 13 de junio de 2010

Soy un hombre...

Por: Nicolás Guevara

Soy un hombre en silencio
con los ojos tragados por la espera.
He llorado sin lágrimas que evaporen
el dolor más allá de los mares y los sueños.
He reído y blasfemado entre la muchedumbre,
libre y anónimo como pájaro en el bosque.
Persistí en anhelos terrenales, humanos como yo,
simples como el día. Y el honor puesto de cabeza,
el amor rendido en un parque,
mi ilusión atada a un árbol… y ahora,
soy un hombre en silencio
con los ojos tragados por la espera.


(Tomado del libro: Un hombre en silencio)

miércoles, 9 de junio de 2010

Herencia del pasado

Por: Jacinto Sención Mateo

Hoy que visito tus ruinas
sin saber de tu pasado
sin querer entenderte
sin saber apreciarte
pero siempre a tu lado.

Hoy que pisando tus muros
maltratando tus huellas
y entre fututo y pasado
no encuentro la vanidad
de mis sueños.

Hoy que repito la historia sin conocerla
que confundo la vida con el pasado
que sin estar al lado de la frontera
siento que entre el hoy y el pasado
sólo han trascurrido primaveras.

Primaveras empañadas de dolor,
la falta de una identidad que no llega,
sin que el mundo sea mejor,
más que traición alberga,
padres, madres e hijos,
unidos por la historia en el olvido.

viernes, 4 de junio de 2010

Libre

Por: Humberto Rivas

Dame un corazón libre para amar
más allá de la tenue sensibilidad,
más allá de la ilusa superficialidad.

Penetrar donde la vista no puede llegar,
más allá de los rostros y de las palabras.
De lo accidental llévame a lo esencial,
de las apariencias a lo real.

Ojos de águila para ver en la oscuridad
el certero camino.
Y unas alas fuertes para llevar de paso
a algún peregrino.