Por
Ariel Vargas
La casa está vacía, las lágrimas corren por los pasillos, el vacío que duele se
siente en cada rincón de la casa, no se escuchan las voces cantando la alegría,
los corazones laten muy lento.
Que vuelvan y alegren la casa que gime al ver que se alejan, que se llena de
eco cuando se cierran las puertas, que se torna gris sin la risa de los que no
están.
Deben volver a llenar la casa y cubrir las paredes de alegría con la risa
colorida, con sus alegrías que nos llenan la vida, con un montón de historias,
brindis y abrazos.