lunes, 30 de marzo de 2009

Amanecer

Por: Eddy Ulerio

Trae la nostalgia en la piel,
de abrigos invernales que
cubrieron el instante perfecto
de días de presencia.

No me basta con contemplar
tu natural hermosura.
Quiero recobrar mi cordura,
el olor de tu piel, el calor de tu cuerpo
quemándome hasta los tuétanos.

No te bastan mis sufrimientos.
Este divagar sin destino de mis
sentidos y este hastío insoportable
de esta soledad sonora.

Y sin que te importe nada,
me condenas a vivir este invierno
inconcebible, con fantasmas por doquier.
Como si fuera tu único modo de comprender
que mi vida se la lleva tu amor en tu desdén.

jueves, 26 de marzo de 2009

Bebé Arcoiris

Por: Franklin A. Peralta E.

Un bebé Arcoiris
nos ha nacido en la sala,
y ahora lo encuentro
por todas partes.
Ayer
se me subía por los pies.
Hoy
anda en conversaciones con el televisor.

Cuando decidí sentarme
a simplificar mi vida
lo sorprendí en el sofá
dibujando estrellas.

Anoche
me pidió unas tijeras
para podar el estragón
y retocarse de verde.

Temprano en la mañana
sus colores se habían separado.
Vi al amarillo y al rojo
saltando entre los árboles del patio.
Pero el azul
no ha querido levantarse de la cama.

De vez en cuando
el arcoiris de al lado
le pica un ojo
discreto
al nuestro.

Ahora
me surge una pregunta urgente:
por qué la gente
nunca habla
de los arcoiris que les nacen
en la sala.



(2008)

sábado, 21 de marzo de 2009

Ausencia de sí

Por: Héctor Martínez D.

Contigo,
en ti
para ti
por ti
para nuestros más
interpelados en la soledad,
silente de sí
invisible en lo propio
salpicado de presencia
en códigos compartidos
sin posibilidad de la sola existencia de sí

Ausente de lo otro
disfrutando en el orden de lo establecido
con una existencia diluida en el todo
sin orillas ni sueños
de lo que sin los otros es posible
y de lo que en sí mismo desconoces
pero que sufres.

Hoy que estás
con la asumida dicha
de concienciar la propia ausencia
de sí,
de ti,
de nosotros,
pero concientemente ausente
con la sola existencia de ti
sublimas la posibilidad de sí.

lunes, 16 de marzo de 2009

Indúltenme por favor

Por: Rafael Álvarez de los Santos

Desde hace mucho tiempo he venido padeciendo de un fuerte ataque de pánico que había mantenido en secreto hasta el momento porque sentía que al revelarlo, otras personas podrían caer en la misma situación y no quería sentirme culpable de la desgracia de alguien más.

Este pánico, que creía reversible, me ha comenzado desde que vi que el desayuno escolar estaba siendo adulterado disminuyendo las proteínas que debía tener para la salud de los niños y niñas de nuestras escuelas públicas.

Mi ataque de pánico comenzó a agudizarse cuando el Señor presidente de la República destituye a la entonces incumbente de la Secretaría de Educación y la nombra en la Secretaría de la Mujer en una abierta señal de que considera esta cartera como una degradación más que como un premio.

El pánico se acrecentó cuando se hizo público el asunto de la Sun Land y los posteriores favores que el presidente otorgó al mismo que se acusaba de ser el artífice de dicho convenio.

El pánico llegó al grado de histeria cuando vi el escándalo de los jueces de la cámara de cuentas quienes con el solo hecho de renunciar se les condonó la culpa y ni siquiera devolvieron lo que se robaron. Y como si todo eso fuera poco los actuales miembros apenas llegaron se inauguraron con una subida de salarios y autofovorecerse con una regalía pascual cuando ni siquiera habían cumplido un cuarto del tiempo requerido para dicha bonificación.

Tomé un pequeño alivio y les cuento que hasta me estaba recuperando pues los de la cámara de cuentas por lo menos “devolvieron” el dinero aunque eso no deja de ser una mala señal. Otra cosa que me alivió fue la sentencia a los implicados en el Plan Renove y los del fraude de Baninter.

Pero dice el refrán que la alegría en casa del pobre dura poco, pues una vez más me ha vuelto el pánico y me encuentro recluido en la clínica del desencanto, en la sala impunidad habitación número *gov.

Mi pánico ahora es mucho más severo pues veo lejos las posibilidades de poder rehabilitarme ya que contaba con el único antidepresivo que, entendía yo, podía curarme y es un fármaco llamado justicia que se encuentra en pocos lugares. Eso aumenta mucho más mi pánico, el saber que esta pastilla no es tan común y que en los pocos lugares donde puede aparecer, aparecen los que tienen la posibilidad de engavetarla para usarla tan solo ellos porque según tengo entendido también a ellos les da ataque de pánico. ¡Ironías de la vida!

Resulta que quienes me crean el pánico también adolecen de lo mismo con la única diferencia que ellos tienen acceso al medicamento, pero yo no. Lo único que podía aliviar mi pánico era una buena sentencia y el presidente la echó para atrás.

A diferencia de ellos, que nunca han estado en la cárcel precisamente por su pánico, a mí el pánico siempre me ha mantenido en la cárcel de la decepción, tras las rejas de la desesperanza, acompañado de otros presos, aunque si de algo les sirve puedo decirles que no son presos físicos, sino espirituales e idealistas.

Me acompañan en esta cárcel Orlando Martínez quien al conocer los indultos volvió a morir precisamente de pánico al pensar que quienes lo mataron también podrían ser indultados sin haber estado presos y no han valido mis esfuerzos para revivirlo y eso sí que me crea gran pánico. Me acompaña Narcizaso que también al conocer esta acción humanitaria del presidente me preguntó que si pensaban indultar a los que lo mataron tanto a él como a Orlando, este último no me ha hecho esa pregunta por el estado en que ya les comuniqué que se encuentra y además se ha demostrado que no hay que estar preso para indultar, sólo basta con comunicar el pánico.

También están conmigo en esta cárcel odiosa todas las personas que se dieron cita en el parque de la Lincoln con Lope de Vega para poner de manifiesto su inconformidad. Y hay tantos hombres y mujeres en esta cárcel que en realidad no me he sentido solo, pero mi pánico continúa.

Sólo un indulto podría sacarme de esta cárcel que me parece será eterna. Mi indulto sería el ver una sociedad que se levante ante los actos injustos, una sociedad que no sea conformista ni pasiva. Mi mejor indulto sería una justicia sin injusticias, transparente, diáfana y fortalecida.

Créanme que quizás no esté tan lejos de mis primeros deseos, pero de los segundos creo que estoy a muchos años luz y eso sí que aumenta mi pánico. Ojalá que en algún momento de la historia nuestra patria deje de ser tratada como cualquier ramera que sirva a satisfacer los deseos lujuriosos de poder y de enriquecimiento que por años han representado a quienes nos han representado.

Me atrevería a creer que es la única forma de que los que han muerto no mueran otra vez.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Nostalgia

Por: Mauro J.

Caras. Momentos. Lugares. Sonidos… un juego.

Algo tan simple como una pelota y un bat o tan complejo como el espíritu de América que él simboliza. Sí… el baseball. El viejo juego de pelota.

Aunque casi todas las cosas en esta vida cambian con el tiempo, algunas otras permanecen intactas aun con el ataque de los años… como el olor del pasto. El campo. El sonido de los “spikes” mientras corres. Los deliciosos nervios de pararse solo en la loma. El semblante del bateador que trata de adivinar el siguiente lanzamiento, tu expresión tratando de adivinar lo que el otro está esperando. El sudor de las manos cuando agarran la bola y el suave ritmo de las piernas mientras inician, cual delicado ballet juvenil, su movimiento rumbo al envío, el viaje de la pelota hacia la goma... y la voz más dulce que puedes escuchar en ese momento: Strike!!!

No importa realmente cuándo empezaste a sentir el calor de los diamantes en tus venas, no importa cuántos veranos ya pasaron desde tu última pitcheada, no importa (ni siquiera) si crees que ya estás “viejo” para ello. Una vez que inicias un romance con este bello juego, es para siempre. No hay modo de renunciar. Simplemente… no puedes dejarlo; aunque quieras.

Y de repente una mañana de domingo, cuando te preguntas qué tan buena idea sería regresar al campo para jugar de nuevo, este bendito juego te demuestra que no te ha olvidado. Te muestra que todavía te da la oportunidad de sentir la emoción de un “chocolate”, el temor de un tablazo profundo… y la gloria de ganar. Te demuestra que si realmente crees y trabajas duro por lo que quieres y por lo que amas, siempre tendrás una buena oportunidad de lograrlo. De hecho la vida es así: a veces ganas, a veces pierdes, a veces llueve… pero si peleas de corazón y hasta el final con tus metas por delante, entonces esa vida es digna de ser vivida. Es un placer de placeres. Es un regalo divino.

“Esto no se acaba, hasta que se acaba…”

(Marzo 3, 2009)

sábado, 7 de marzo de 2009

Como gaviota

Por: Nicolás Guevara

Como gaviota te elevas sobre el mar
y la angustia múltiple de ser mujer.
Tu pena es una estrella escapando al sur
tu firmeza, un desafío de luna al amor
en una y otra estoy
con el insomnio mudo de mi cuerpo
la imaginación fecunda de medianoche
y el recuerdo tierno del vestido blanco
que te trajo a mí.

lunes, 2 de marzo de 2009

Sueño oportuno

Por: Humberto Rivas

Me duele tu rostro despojado de sonrisa,
me duele tu sonrisa robada en un suspiro de amanecer.
Sonrisas de niños que no viven del todo;
de ancianos, que viven prestados días de desilusión
en un mundo que nunca fue suyo;
sonrisas verdes de juventud que brota con poco espacio
para conciencia y libertad.

Semblantes huérfanos de mirada
y huérfanos los labios de palabra.
Aves sin su nido, amantes sin pasión,
Olimpo sin dioses, mañana sin ilusión.
Me duelen mis propias sonrisas que me faltan.

Pero al final despierto y sueño:
sueño con besos ausentes, abrazos perpetuos
y caricias inmortales de humanidad.

Con puertas abiertas hacia la verdad y sus circunstancias
con antártidas de solidaridad perdidas,
ahogadas en pro de la civilización.

Sueño un día en que gire, según la ley,
la tierra en rotación y traslación
y que a todos toque su trozo de sol
y que la luna, deshecha en mil ternuras,
sonría al ser en su insomnio reflexivo
y lo mantenga despierto en un sueño
de desvelo.