sábado, 12 de diciembre de 2020

Somos



Por: Nicolás Guevara


A Jorge Cela


Somos el camino,
el viaje, las huellas que dejamos.

Somos la certeza, la fe compartida,
los sueños inagotados, la misión,
la persistencia avanzando en el desamparo
y el lodo bajo la lluvia.

Somos manantial de ideas,
sabia presencia en el Caribe
y Latinoamérica,
los sentimientos reunidos,
el rostro sonreído.

Somos el camino,
el viaje, las huellas que dejamos.

lunes, 23 de noviembre de 2020

Ausencia

Por: Jean Suriel

HAN VUELTO en caravanas
tus ausencias,
tu inexistencia, tu fuga de un aquí
muy cercano,
la simultaneidad con lo que no está.

Estás llena de un oriente lejano.
Soy esclavo de los aires
que llegan hasta mí, húmedos,
que rememoran tu aliento.

Unas caravanas de recuerdos
también llegaron con los aires del oriente.


(Tomado del libro: Tránsito de Venus. 2015)

domingo, 11 de octubre de 2020

Cadena maldita del mal

 Por: Humberto Rivas

Alguien – un pedigüeño cualquiera – que no era cualquiera
pues de seguro nombre tenía, aunque tal yo no sabía, subió
en el tren un día y dijo: “mis problemas no son sus problemas, ustedes
los suyos tendrán, que propios suyos son, pero por compasión,
solicito un poco de su amor, que se materialice en un par de monedas
que a su vez se truequen por dos trozos de pan y algún pescado o algún
otro bocado”.
No lo dijo exactamente así, pues él no era poeta; además tenía hambre,
y en esas circunstancias a nadie le interesan los versos ni las rimas.
Lo digo yo,
que tranquilo en el metro iba, un poco satisfecho de la vida
y con dos dólares en los bolsillos.
Al instante mi tranquilidad se disipó y me colmó un
desasosiego más profundo que la fosa de las Marianas.
Si sus problemas no son nuestros problemas,
entonces… coño, perdonen la expresión,
¿qué diablos hacemos en la humanidad?
Unas gotas de catarsis llenaron hasta el límite
mi copa egocéntrica y lo que se derramó
se fue tornando en sangre ajena que manchó
el vestido blanco de inocencia que te regala el sistema
para aliviar la conciencia.
Acababa de descubrir, no por acción mayéutica,
sino por la revelación de un rostro sucio
las campanillas del leproso
de la lepra de la posmodernidad
ante el cual todos huyen cual perdedor
de la competitividad empresarial,
cadena maldita del mal,
el pecado original del pensamiento mercantilista
del capitalismo neoliberal.
Abajo los poderosos
y arriba los humildes carajo, grité yo.
Pero en mis fueros internos,
porque soy cobarde, lo confieso.
Llegada la noche, sentado sombrío al borde
de mi cama, lleno de impotencia,
lloré amargamente como Judas cuando vendió a Jesús.
Yo era Judas, él era Jesús.
Encendí entonces el televisor. No se me ocurrió otra cosa.
Miré dos películas de acción de Hollywood,
una serie de sexo y narcotraficantes
de esas que abundan hoy, dos telenovelas
de amores imposibles, un documental
sobre famosos dando limosna, las noticias
de un canal gubernamental,
y me sentí más sereno y dormí un sueño apacible.

viernes, 25 de septiembre de 2020

Evocación de Arte de pájaros

Por: Nicolás Guevara

Cigua palmera
(Dulus dominicus)

Asombran tus frontales vetas de tigre,
tu voz y tu espíritu caribe.
Dominicus, remembranza de areito en las palmeras,
resistencia y canto cimarrón en las alturas,
sinfonía de tambor, saxo y acordeón.
Hay convite, algarabía y celebración en tu pico
cuando danzas con el viento huracanado
o sobre la tierra emergida
desafiada por el sol.


El Canario

Ha perdido su canto, el brillo de sus plumas,
su romance de pico.
Todo quedó en la rama de un árbol,
en algún vuelo diminuto y desacertado.
Ahora dormita sin apetito, gorjea con la ciudad
quizás esperando el milagro de Prévert
para que se deshagan los barrotes frente a él.


Avemdeus

Llegó a la ciudad sin emitir canto alguno, traía el misterio de su origen en algún monte lejano en el tiempo. Su cuerpo, inmaterial, planeaba sin ocultar el sol. Solo los infantes veían sus grandes alas transparentes, su pico redondo, sus crías en las nubes y podían escuchar el trino, el zumbido que parecían salidos del fondo del mar o de las entrañas de un bosque. Cada sábado cuando el Avemdeus surcaba, justo a las 4 de la tarde, ya los niños le esperaban sentados en su banco de ilusión.


I

La ciudad enmudecida
retoma su sonido imbuido de misterio,
ese que viene del curso de las olas,
del canto de los pájaros
y de las almas dormidas y distantes
que habitan mi corazón.

II

Voy con en el viento sobre los árboles
y sus hojas hechas de sombra,
sombra, luz, vida como ave de alas abiertas
al horizonte y de pronto, despierto al iniciar el día.

III

Solo con su plumaje,
sin lugar adonde ir.
Entonces, su canto surcó mares,
sueños, tiempos de sangre y vida
invadiendo los espacios y las almas
libremente.




lunes, 20 de julio de 2020

Cosquilleo

Por: Eddy Ulerio

Se empina la razón
el murmullo hueco de las horas
de aquello que toca fondo
de lo que escapa de las manos
elucubrar de las aves
resabio milenario
de sueños cenicientos.

domingo, 7 de junio de 2020

Anotaciones al cuaderno de un poeta

Por: Franklin A. Peralta E.

A mis manos ha llegado el nuevo poemario de Eddy Ulerio, Cuaderno poético. Una poética de limpio estilo, donde lo que sobraba se quedó en el camino y lo que hasta nosotros llega es un poeta consumado.

Abre el libro el poema La vida, el cual grita desde las azoteas: ¡Ahora! Ese ahora del sabio/filósofo, que al mismo tiempo se maravilla con cada amanecer y con cada nota del ave en su rama; pero al que nada lo estremece, porque todo está dicho. El poeta de La vida denuncia lo cotidiano, el tedio que mata en vida. Denuncia esa rutina que ha perdido la ruta y nos lleva a ninguna parte. Y anuncia el deseo, que si bien recuerdo, Dostoevsky llamaba la definición del Hombre.

¿Deseo de qué? De volver. El poeta vuelve a lugares desvanecidos, Un niño llora detrás de la puerta… con los ojos cerrados, a conversar con personajes idos y nos lleva consigo. No hay nada que buscar en el futuro, ese desparpajo de verbos. Bien lo sabía el Quijote, que a los modernos se les olvidó el ritual para provocar amaneceres.

Ulerio sabe que la poesía es cohabitar con este silencio, para que se haga eterno el poema; sin tiempo / sin estación.

Como en todo poeta, abundan en la primavera las mariposas; y hasta una quimera.

En Beso de bruma, se aventura a la rima y consigue versos tan logrados como estos: Como espuma / divago en el viento / razón de pluma / sueño del tiempo.

Cuando parece que va a tomar el toro por los cuernos en el poema titulado Poeta, Ulerio se niega a responder el para qué de la poesía. Culebra no se amarra en lazo. Porque la poesía, nos susurra el poeta, es ese autoengaño que desanda el camino… y todo vuelve a empezar.

Cierra el libro el poema La casa. Esa casa a la que jura el poeta que no volverá. Pero bien sabe él que esa casa pintada de rojo, donde las hojas llenan el patio de ruido, esa casa, Eddy Ulerio, te espera al final del camino.

 Aquí guardo este poemario, entre otras joyas, a la espera del amigo y poeta, y de sus grafías. 

viernes, 6 de marzo de 2020

Herrumbre del desvelo

Nadie sino el hombre
pudo inventar el suicidio
Jaime Sabines

Por: Leonardo Nin

Después viene el odio
ese profundo descontento,
el lamento hendido del tedio
enroscado en los tuétanos.

Después queda la pereza,
esa profunda lejanía,
esa boca abierta
de la que salen cuervos grises
trasmutados en alas y esqueletos
en el piso.

Después queda el después
esa honda espera sin arribo,
la inmutación lóbrega
de una sombra diseminada
en lo oscuro de lo que remanece.

Después suena un violín,
una sordina de vaso,
un mueble cojo e irresoluto
en el centro de la sala de la ausencia.

Después reina la agonía,
la nada del olvido
el pernoctar silente
de un alma levitando
en el viento de una noche
que no termina.


(Tomado del libro: Espacio pagado. 2018)

viernes, 28 de febrero de 2020

Luces

Sandy R. Genao Cruz

En el transcurso de la existencia veo luces, muchas luces, luces de todo color, de toda forma, de diferente intensidad.  Luces que ciegan con su brillo, luces que brillan por corto tiempo, luces que apenas mantienen un destello.

Luces que se apagan de repente, luces que perduran, luces que opacan las demás, luces que dejan las otras brillar, luces que envidian la luz de las demás, luces que desean las otras apagar, luces que por miedo no iluminan, luces que explotan por vanidad o por codicia, luces que se creen únicas, luces que se creen nada, luces que no saben si están encendidas, luces que no saben que están apagadas.

Y es en el transcurso de la existencia donde las luces cambian de color, de intensidad. Es en el transcurso de la existencia donde las luces construyen su realidad.

Y si las luces asumieran su rol en cada momento, si vivieran sus etapas de poca luz o brillo intenso, de colores diferentes, de convivencia con  otras luces, sin codiciar, ni envidiar, sin vanidad y sin querer nada más que ser luces, luces para ellas, luces para las demás, si sólo eso fueran no existiría división, esa que hoy existe, ninguna luz se apagara, no hubieran luces tristes.

lunes, 3 de febrero de 2020

Te hablaré al corazón

Por: Jean Suriel

TE LLEVARÉ a la soledad
y te hablaré al corazón.
Me alejaré de las plazas,
huiré a los montes.

Te llevaré conmigo
a la soledad del desierto
y nos hablaremos al corazón
los más hondos secretos.

Subiremos a los montes,
huiremos al desierto,
no bajaremos nunca
y te hablaré al corazón.


Tomado del libro: Tránsito de Venus. 2014

lunes, 27 de enero de 2020

La estación

Por: Nicolás Guevara

El tren se ha ido
me ha dejado solo en la estación
ni siquiera el silencio me acompaña
solo una valija con trazos de recuerdos
en la que guardo los pasos que me nombran
y llevarán de regreso
a donde emerge y ancla mi alma.

lunes, 20 de enero de 2020

Lenguas

Por: Camelia Michel

Me encontré hablando miles de lenguas contigo: las romances y las sajonas, las hijas del sánscrito antiguo. No quedó lugar sin recorrer en la música, en el gesto silente de los mudos. Hablamos el lenguaje de las bestias y toda suerte de sonidos no articulados: de la brisa que cantaba y del hipnótico mar. Pero me ha quedado la duda: por ventura, ¿alguna vez entendiste el esperanto de las almas? ¿Alguna vez sentiste guijarros en el estómago y un nudo en tu plexo solar? ¿Alguna vez supiste el idioma quebrado y angustioso del amor? ¡Ay, vida mía! Y si nos secuestra la aurora, ¿hablaremos el lenguaje de los cuerpos, o habrá alguna boca que clame por auxilio?

sábado, 4 de enero de 2020

Jardín obligado

Por: Humberto Rivas

Jardín apacible de osamenta
forrado,
visto de reojo desde un vehículo
en marcha
que raudo teje kilómetros
mientras se va tragando el asfalto.

Al lado de la vía
en un campo santo,
florecen entre hierba
desbordada y recortada,
entre claveles y crisantemos,
inermes a las críticas foráneas
e impávidos al vaivén de la materia,
quienes alguna vez también pasaron esquivos
viéndolo lejano, de reojo,
con una maleta de planes futuros
colmada.

El autobús siguió su avance,
dejamos atrás ese terruño,
espacio húmedo,
de larga siesta
bajo la arboleda.

Con mucha prisa
se aleja
como si tuviera
este metal sobre ruedas
conciencia de la muerte.

Nos fuimos alejando
con la incógnita certeza
de saber que sí, pero no cuándo,
cuándo nos veremos,
o más bien serán vistos también nuestros despojos
entre madreselvas,
jazmines y camelias,
en el jardín obligado,
con una lápida recordatoria,
una cruz, quizás una foto,
y un epitafio
que a veces dice cosas ficticias aunque hermosas.
Ojalá el nuestro sea esto último
y que todo
sea cierto.