domingo, 12 de junio de 2011

Amolando y siempre boto

Por: Rafael Álvarez de los Santos

Changao es un señor de mi natal Cevicos a quien los niños llamaban el único chino del pueblo por el apodo que exhibe. Se gozaba este chiste y a la vez divertía a los niños con sus ocurrencias intentando hablar como los chinos.

Es un señor serio, respetable y un trabajador empedernido. Había logrado hacer cuantos trabajos se pudieran honradamente.

Ha sido mecánico, gomero, tenía una fritura, vendedor de gasolina detallada, vendedor ambulante de múltiples cosas como arepas, helados, bollitos de yuca, frío-frío en un triciclo, tenía un punto de vender víveres al lado del parque central y un amplio etcétera, para acortar el extenso currículum de este señor.

No obstante sus múltiples trabajos, casi todos de chiripero, vivía en condiciones de pobreza casi extrema. Su apego a la vida y a los valores de la honestidad y la honradez les hacían trabajar más de la cuenta para mantener una familia de siete hijos, casi todos pequeños.

La vida de Changao no era asumida como ejemplo por las generaciones más jóvenes, pues llegaban a afirmar que “Changao es el vivo ejemplo de que una persona no progresa trabajando” Los más adultos decían “El pobre Changao se la pasa amolando y siempre boto”.

Cuando algunos jóvenes eran increpados por su tendencia a la vagancia y hacer esquinas en los parques del pueblo, sus respuestas (a modo de justificación) eran: “¿Para qué uno va a trabajar?, ¿Pa’ vivir como Changao, amolando y siempre boto?”

El protagonista de este “pesimismo” no pensaba lo mismo, pues decía que lo único que podía dejar de herencia a sus hijos era el trabajo y forzarlos a que estudiaran, porque de ahí era de donde podrían sacar algo.

Lo extraño de todo esto es que la población miraba el lado opuesto del esfuerzo de nuestro personaje, en vez de mirar el ejemplo de lucha y desafío constante a la vida y a la situación que hoy muchos prefieren llamar “coger lucha”.

La tendencia a lo fácil de la sociedad contemporánea se iba reflejando en cada ocasión que una persona veía en Changao una justificación para no trabajar o, como decían ellos, “pa’ no dar un golpe ni de karate”. Los hijos e hijas de este señor defendían a su padre en cada ocasión que los amigos les mencionaban el caso: “Lo que yo sé es que mi papá no roba”, repetían hasta la saciedad. En esto último se puede notar que el mensaje que quería enviar a su familia estaba calando en sus vástagos y ésta era la mejor noticia para Changao.

Todavía recuerdo cuando uno de sus hijos inventó una sillita voladora en el patio de su casa con madera. Esto constituyó toda una novedad pues este entretenimiento sólo era visto en las fiestas patronales y ahora podían verlo a diario. La gente acudía en masa y pagaban para montar a sus niños y niñas en el novedoso invento, mientras sus hermanos se encargaban de amenizar el lugar a ritmo de merengue y bachata y vendían una que otra comida… hasta palomitas de maíz.

El hijo mayor, que siempre le acompañaba en todos sus negocios, comenzó a trabajar como cobrador de una guagua que venía de Cevicos a la Capital. Hoy en día este joven es el dueño de su propia guagua y además tiene dos vehículos que viajan de Cevicos a Cotuí y una yipeta para rentarla.

Como vemos, quienes han salido adelante no son los jóvenes que se mofaban de Changao y de su obstinada pasión por el trabajo, sino los hijos que defendían a su padre en cada acción que realizaba por su bienestar.

Hoy Changao afirma que si ver a sus hijos e hijas trabajar honradamente, si verlos terminar su bachillerato y universidad, si el sentir que hoy pueden “meterle la mano” aligerando su carga se puede considerar fracaso, entonces él no tiene ningún problema en seguir fracasando; aunque se le siga diciendo que permanece “Amolando y siempre boto”.

4 comentarios:

Diezmointelectual dijo...

Cuantos Changaos podríamos encontrar,
Unos pocos, tal vez muchos,
Pero si soy testigo de muchos,
Hombres y mujeres de trabajo,
De jornada a jornada,
Por ver a sus hijos en la cima,
En el orgullo de la familia,
En el espejos de generaciones.

Eso fue lo que me enseñaron:
A trabajar siempre,
A vivir de mí trabajo,
A luchar por lo que quiero,
Apoyar las buenas obras,
Y por ultimo:
Amasar el pan con el sudor de la frente…….

¿Que pasaría si todos/as pensáramos como Changao?

Rafael Alvarez dijo...

Debo reconocer que la interpretación que haces del escrito lo supera.

Gracias por tu comentario.

Aprovecho y les comunico que el libro ya viene en camino, está en proceso de diagramación.

Franklin P dijo...

Ay, ahora sí papá. Mi ejemplar, mi ejemplar.

Rafael Alvarez dijo...

Franklin ya eso está anotado de hecho tengo pensado ir en diciembre a EE.UU a promocionarlo estaré por New Jersey y Filadelfia, ya estoy cuajando eso. Ahhh también estaré en Miami, ojalá que el dinero que invertiré en pasajes se me reponga aunque sea la mitad. La cuestión es que tenemos que hacer un esfuerzo y tratar de vernos por allá y ahí te entregaré tu ejemplar.