Por: Humberto Rivas
Hoy me topé con el viento revoloteando
sobre los árboles y sobre las flores, (no se sabe
quién revoloteaba, si el viento o yo o los dos).
Me habló sin parar, lo escuché como se escucha
a un amigo, y se acurrucó sobre mi piel y
sobre mi pecho.
Nos confesamos mutuamente y le revelé algunos
secretos que a los humanos nunca cuento.
Pero el viento de hoy no es el mismo de ayer ni el
mismo de mañana. Ni los árboles de hoy son los mismos
de ayer ni los de mañana, ni el sol ni… (como diría Heráclito).
Incluso yo no soy el mismo de ayer
y seré mañana diferente porque iré atesorando vida.
Será mi misma vida pero elevada al cuadrado o al cubo,
será mi existencia llevada a la máxima expresión.
Todo se renueva cada día, por eso camino maravillado,
como si fuera la primera vez que vivo, como si fuera
la primera vez que viera gente después de millones
de años. Y aunque las cosas parecen iguales, no lo son.
Y salgo a encontrarme con otro viento, bajo otros árboles
bajo otro sol, bajo otro cielo.
Ambos hablamos, ambos escuchamos, y me sorprende,
pero el viento lleva contenido el llanto y a veces
llora sobre el bosque, sus lágrimas se disfrazan de
rocío para que no se sepa que ha llorado.
Luego cada uno continúa su camino
y a partir de este encuentro gozo de fuerzas para
volver a empezar, para estrenarlo todo
con otros ojos nuevos en un nuevo sendero.
1 comentario:
Ese viento que se hace carruaje
que se hace oído.
Gracias Poeta.
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