viernes, 6 de marzo de 2020

Herrumbre del desvelo

Nadie sino el hombre
pudo inventar el suicidio
Jaime Sabines

Por: Leonardo Nin

Después viene el odio
ese profundo descontento,
el lamento hendido del tedio
enroscado en los tuétanos.

Después queda la pereza,
esa profunda lejanía,
esa boca abierta
de la que salen cuervos grises
trasmutados en alas y esqueletos
en el piso.

Después queda el después
esa honda espera sin arribo,
la inmutación lóbrega
de una sombra diseminada
en lo oscuro de lo que remanece.

Después suena un violín,
una sordina de vaso,
un mueble cojo e irresoluto
en el centro de la sala de la ausencia.

Después reina la agonía,
la nada del olvido
el pernoctar silente
de un alma levitando
en el viento de una noche
que no termina.


(Tomado del libro: Espacio pagado. 2018)