martes, 19 de octubre de 2010

A la sombra de mis pensamientos

Por: Wandis de León

En ocasiones me pongo a buscar entre los escombros de la vida las respuestas que nunca aparecerán, o que las tengo escondidas, pero no tengo el valor de dármelas y cuestiono a Dios, porque no entiendo. Es la manera de creerme las cosas para demostrarme que no vale la pena sufrir y que la vida no es cruel. Pero cuando su crueldad te toca no importa tu condición, circunstancias, estatus o sexo.

Esta noche sentí que ese mundo que Dios hizo que viva, que construyera, que esta vida que quiso que viviera o creí vivir como él quería, es muy pesada y no puedo con ella.
Caminé en el sendero de mi soledad acompañada de mis pensamientos y me senté a la sombra de una vela que cuestionaba mi mirada perdida en el abismo y fue testigo de mi desvelo. Me acompañó hasta el amanecer contemplando el lecho donde descansaba el sueño de los seres más preciados y deseados, de los cuales el Creador me invitó a ser su co-creadora. Allí contemplé su paz al dormir, mientras mi alma ardía y sentía el murmullo más grande que en mi vida había sentido. Vigilé su paz como el alba a la aurora, como el sol a la luna, como el perro a su amo, como el gato a su presa, como el artista a su creación. Y ellos me dieron razones más que suficientes para sentir el valor de poder levantar los brazos hasta mi cabeza y alzar ese mundo desplomado sobre mí, esa vida que me aplastaba. Mi corazón estaba en los últimos suspiros, pero ese último latido se prolongó hasta el amanecer. Deseé hundirme en lágrimas, desaparecer, pero la imagen de ellos ante mí hizo que los latidos se duplicaran como un virus que se volvió coraje, que se volvió fuerza.

La vela que me observaba en silencio me hizo entender que ella estaba hecha para dar luz al igual que mi vida, que ella desafiaba el tiempo, el viento y el fuego, pero no se daba por vencida hasta no cumplir su misión.

Cuando desperté, abrí los ojos para convencerme que el peso del mundo no era más que una pesadilla. Pero vi que no, que la vida se me iba, que el dolor se apoderaba de mí; pero la sujeté y no la dejaré marchar. Lucho por seguir viva, porque tengo mucho que entregar y muchas preguntas por responder… hasta gastarme como la vela.

2 comentarios:

Franklin P dijo...

Querida,

mientras más lo leo, más hermoso me parece y reconozco que hace falta coraje y talento para escribirlo.

Héctor A. Martinez Diloné dijo...

Pasaba de pronto, solo a mirar en que estaba Naiboa, pero no fue suficiente la exucusa de "solo un segundo", y he tenido que releer para convencerme que no lo he escrito yo; tanta verdad e identificación con esto que somos y necesitamos seguir siendo. NOTO LA TEXTURA DE UNA INTERIORIDAD TOCADA POR EL PROPIO MISTERIO DE LO QUE ES. Muy bueno.