Por: Franklin Peralta
Incluso si los ríos se negaran a fluir,
incluso si el sol decidiera marcharse,
incluso si el sopor del éter nos volviera estatuas,
la negra conjunción de Venus y Marte se hubiese alcanzado.
Como la espera de todos los pueblos,
como la incertidumbre conocida,
como la desesperanza luminosa,
emerge el Ser de lo absoluto en un momento.
Todo lo que hasta ahora ha sido
encuentra su sentido.
Las estrellas
sintieron envidia,
las rosas
sintieron envidia,
los ángeles
sintieron envidia,
y el negro Cisne
Sintió…
Ahora el mundo es pequeño,
ahora ya no encuentro la espera,
ahora ya me he muerto,
porque he contemplado la belleza.
Hubo un nuevo amanecer a la noche,
y otra vez el mundo nos dejó solos,
y cuando ya parecía haber llegado el séptimo cielo,
ella susurró que sentía.
(Sin fecha. El primero)
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