lunes, 1 de febrero de 2010

El amor en los tiempos de los OCD, las depresiones y los GPS

Por: María Ovalles

-Hola.

-¿Clara?

-¿Quién es?

-¿Dónde estás?

(Ella con voz de asombro).

-¿José?

-Si, soy yo.

(Ella con voz quebrada)

-Ay, José.

-¿Dónde estás?

-No puedo decirte.

-¿Cómo que no puedes decirme?

-Créeme, no puedo decirte.

-Me estás asustando Clara. Además tus cosas han desaparecido, alguien se las ha robado.

-Nadie se las ha robado José.

-¿Cómo lo sabes?

-Porque las tengo yo.

-Pero, ¿qué ha pasado?

-Que te abandoné, ¿qué más podía haber pasado?

-¿Por qué? ¿Qué hice?

-No has hecho nada. Soy yo. Debía irme. Ya no soportaba el miedo.

-¿El miedo a qué?

-A que me abandonaras.

-¿Te fuiste porque tenías miedo de que te abandonara?

-No sabes lo que es vivir con la incertidumbre de si volverías a casa, con la certeza de que un día despertaría y ya no estarías a mi lado.

-Clara, pero te has llevado todo. Te llevaste hasta el efectivo que tenía en la casa.

-Es que tenía que echarle gasolina al auto.

-¿Tenías que echarle 700 dólares de gasolina al auto?

-Es que me voy a México.

-¿A México?

-Si, a México.

-No entiendo nada.

-Es mejor así. No hay nada que entender. Perdona, no era mi intención hacerte daño... ¿Qué fue ese ruido mi amor?

-He derramado sin querer la taza de café, con la noticia que me acabas de dar hasta las fuerzas he perdido... Espera un momento, voy a buscar el mapo.

-No lo busques José, también me he traído el mapo.

-¿Te has llevado el mapo?

-Y también el Windex y el Clorox y las toallitas desinfectantes. ¿Con qué piensas que voy a limpiar los moteles donde voy a dormir mientras viajo a México? Ya sabes que no puedo dormir en ningún sitio que no haya limpiado yo.

-Pero Clara, ¿por qué no me dijiste que querías abandonarme? ¿Por qué irte así?

-Es que lo decidí esta mañana.

-¿Esta mañana?

(Ella empieza a llorar)

-No llores mi amor, junto le buscaremos una solución a todo esto.

-Ay José, José, tenía tanto miedo.

-¿Pero miedo de qué, mujer?

-Ya te lo he dicho, de que me abandonaras, de que te fueras con otra, de que me pusieras los cuernos, de todo José, tenía miedo de todo.

-¿Y por eso te has largado cargando hasta con el gato?

-¿Teníamos un gato?

-Es una forma de hablar mujer. Claro que no teníamos ningún gato. Pero escúchame, yo nunca he tenido intenciones de abandonarte.

(Ella con voz de asombro)

-¿No?

-No. Si hasta aparté en la tienda la televisión que tanto querías.

-¿En serio hiciste eso mi amor?

-Por ti eso y más. Pero no he podido traerla hoy a casa porque no encontré mi tarjeta de crédito. Creo que la olvidé en el banco.

-¿José?

-¿Si?

-La tengo yo.

-Dios, mujer, ¿también te llevaste mi tarjeta de crédito?

-Ya te dije que tenía miedo.

-¿Y qué tiene que ver el miedo con la tarjeta de crédito?

-Tenía miedo de quedarme sin dinero y verme en una situación difícil, ya sabes, de esas que ponen a una contra la espada y la pared.

-A ver, ¿cómo cuál?

-Como tener que llamar a mamá para pedirle dinero. Si eso pasara entonces también tendría que contarle todo y ella terminaría diciéndome que siempre me lo dijo.

-¿Que te dijo qué?

-Que tú me abandonarías, que eres un desconsiderado, que nunca supiste como tratarme. Y yo no aguantaría escuchar a mamá hablando mal de ti, se me partiría el alma si me viera en esa situación.

(El en tono irónico).

-Hummm, ya entiendo.

-Ay José, no pienses mal de mí. No sabes como sufro. No me eches la culpa por favor, sabes que siempre he vivido con el trauma del abandono de mi padre.

-No te estoy echando la culpa mi amor. Sólo te estoy pidiendo que regreses. Además no metas a tu pobre padre en esto. Hace apenas cinco años que se divorció de tu madre. Y tú ni siquiera vivías con ellos cuando eso pasó.

-Pero igual me dolió. ¿Qué, crees que soy una desarmada sin sentimientos a la que no le afectan los problemas de sus padres?

-No he dicho eso, mi amor. Vamos, regresa a casa, ya te dije que yo no tengo ninguna intención de abandonarte.

-Pero si regreso, ¿quién va a poner todas mis cosas en su lugar?

-Eso es lo de menos. Si no lo quieres hacer tú ya buscaremos a alguien que lo haga, no te preocupes mi amor.

-¿Y dejar que otra persona toque mis cosas? Jamás. ¿Ves? Esto no tiene solución. Creo que es mejor que siga mi viaje a México.

-¿Clara?

-¿Si?

-Te has olvidado el GPS.

(Ella llorando aún más fuerte)

-Ay José, ¿y ahora cómo llego a México?

-¿Por qué no regresas a casa y con calma hablamos sobre esto? ¿Si?

-Está bien. Pero ven a buscarme.

-No puedo.

-¿Cómo que no puedes?

-Es que se te olvidó que también te llevaste el auto?

-Upps. Ok. Pero antes de llegar a casa pasaré por el Dunkin', ya sabes que cuando me deprimo necesito algo dulce. ¿Te llevo algo mi amor?

-No, creo que por hoy ya he tenido suficiente.

No hay comentarios: