Por: Humberto Rivas
Al caer la tarde, cae con ella
mi conciencia en cuenta
de que hoy caminé sin acompañar,
saludé sin mirar,
hablé sin escuchar,
abracé sin tocar,
y en tus ojos, una nube llovió
una lágrima que pisé
con mucha prisa al pasar.
Hoy me vaciló un pie
ante la presencia de un alguien
que en un jardín cualquiera del Edén
descubriera mi desnudez:
ceguera de la razón,
sorderas frías del corazón
ante voces lejanas de náufragos
cercanos.
Hoy huí para ser feliz.
Anduvieron ligeros mis pasos
por etéreos senderos
de indiferencia
para encontrar la paz,
para encontrar la libertad.
Y corrí con frenesí y me perdí
en tierra de nadie queriéndome encontrar
Cuántos buenos intentos
se ahogaron en mi pecho:
frases de amor
que nunca quise cantar
ocasiones perdidas
que ya nunca volverán,
días que pasaron en blanco,
a la eternidad.
No obstante, al caer la tarde,
cae con ella mi conciencia
en cuenta de que nunca es
demasiado tarde
para regresar nuevamente con mi ofrenda
y en la última hora del día
sanarnos mutuamente las heridas,
y en un nuevo intento
vivir una vez más.
2 comentarios:
"ante voces lejanas de náufragos
cercanos".
Excelente Humberto.
Todos andamos agarrados a nuestras tablas de salvación, sin tiempo para pensar.
Poeta Humberto:
Cuantas veces nos creemos que el abismo nos espera, que su fuerza es más penetrante que la misma razón. Pero siempre encontramos uno voz de lo más lejano de nuestra existencia, que nos guía hasta la inocencia de nuestro ser, dando paso a la libertad, sin que el abismo realice su esperanza. Y pasamos a un nuevo amanecer.
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