Por: Rafael Álvarez de los Santos
Me lo contó mi amigo, hermano y compadre Francis Franco. El caso de un señor que le dijo “no sé cómo es que las personas ahora leen dizque la Biblia, no sé de dónde apareció eso. En mi tiempo se leían las sagradas escrituras.” Y a continuación pasó a narrarle los episodios que se podían leer en sus sagradas escrituras.
En ese libro usted encontraba las historias de Pedro el Cruel, Vaiga Vila y Dima. Cuando habla de Vaiga Vila supongo que hace referencia a José María Vargas Vila, un polémico pensador del siglo XX que se caracterizó por sus ardientes críticas al clero católico de esa época, cuestión que le mereció la excomunión por parte de la Iglesia Católica.
Pues me lo contaba este hermano. Decía que Pedro el Cruel fue una persona que le negó un vaso de agua a Jesús y este le preguntó ¿cómo le vas a negar un vaso de agua a tu señor Jesucristo? Y él le contestó “Se lo niego a Jesucristo y a quien sea”. De inmediato vino la sentencia “Por haberle negado un vaso de agua a tu Señor Jesucristo, estás condenado a cargar una cadena mientras las mujeres paran”. A partir de ahí Pedro el Cruel ha arrastrado una cadena por el resto de su vida. Se dice que si en algún momento aparece un hombre que pregunte ¿Y todavía las mujeres paren? Se le debe de contestar “paren y parirán”, porque de contestarse que sí entonces la maldición pasará a la persona que haya contestado.
Sobre Dimas contaba que era una persona que comía carne humana y que vivía en una cueva junto a otras personas que también se alimentaban de lo mismo; aunque parece que entre ellos existía algún código de ética porque no se comían el uno al otro. Resulta que cuando José y María tuvieron que huir a Egipto porque habían promulgado el decreto de que mataran a los niños menores de tres años, cruzando frente a la cueva donde vivían los antropófagos. De inmediato uno de los que estaban en la cueva dijo “me huele a carne humana”, a lo que Dimas ripostó “Tengan mucho cuidado que ese es mi señor Jesucristo que va en brazos de la Virgen María” y protegió a la familia de Nazaret de que no se lo comieran. Cuando Jesús fue crucificado, a su derecha estaba Dimas a quien Jesús reconoció y como premio le dijo “hoy estarás conmigo en el paraíso”.
Esta historia de alguna manera viene a contradecir lo que históricamente ha sido dicho por estar narrado en la Biblia de que quien estaba a la derecha de Jesús era un ladrón a quien se le ha catalogado como “el buen ladrón”. Además, tampoco sería cierto las palabras de este al lado de la cruz de Jesús cuando el ladrón que estaba a la izquierda increpó a Jesús diciéndole “si en verdad eres el hijo de Dios sálvate tú y sálvanos a nosotros”.
Es bueno destacar que en este texto está esa creencia supersticiosa de la izquierda y de la derecha. Si se fijan el buen ladrón (en este caso Dimas el que defendió a Jesús de que no se lo comieran) estaba a la derecha y el malo estaba a la izquierda. Inclusive nos encontramos que en un diccionario la siniestra (mano izquierda) tienes todos los significados malos habidos y por haber, pero no así la derecha o la diestra como se le ha de llamar.
Lo cierto es que la gente va construyendo sus historias, sus creencias y adaptándolas a sus vidas hasta el punto que las predican como verdad. ¿Quién no ha escuchado un refrán muy popular que reza: “Dios dice ayúdate que yo te ayudaré”? Se pueden leer la Biblia del Génesis al Apocalipsis y no encontrarán la tan sabia sentencia.
Es simplemente esa fe de la gente sencilla que es capaz de hacer vida lo que cree y su fe no la complican con estudios teológicos ni dogmas, sinceramente creen y eso les hace felices.
8 comentarios:
Sin dudas muy interesante relato.
La verdad mutante según ojos que fijos la miren y según bocas articuladas la cuenten, la verdad maleable también es objeto de nuestras circunstancias, vivencias de gente sencilla que imagina lo que no le cuentan o lo que ocultan muchas diestras y una que otra siniestra.
Muy interesante Rafael. Recuerdo que mi abuelo me contaba que cuando él era muchacho (en los años treinta del siglo pasado) había un señor que tenía un libro donde se decían todas las cosas que iban a pasar en el futuro. Según mi abuelo, el libro se llamaba algo así como "tetamento".
Imagínate, aquel señor debía ser el único que sabía leer algo en muchos kilómetros a la redonda, y ahora imagínate que ese tetamento fuera el antiguo y el hombre estuviera leyendo a Daniel. O mejor aún, que fuera el nuevo y estuviera leyendo el Apocalipsis, también conocido como el libro de las "Revelaciones".
A ver si un día de estos me animo a contarles un par de cosas sobre mi abuelo, que aunque no fue coronel, sí tuvo que hacer el servicio militar obligatorio de trujillo.
Muy bueno. Si no es porque casi fue de la izquierda sinnunca hber sido de la derecha, te nominara promotor de apóstatas.
La verdd es que los sentidos de fe se van configurando en esas cotidianidades que nos perfilna las propias subjetividades. Ahí está el poder de la fe.
Buenol la verdad es que hay que estar bien comido para entender lo que ustedes escriben como comentario, pero aún así me gusta lo que dicen. Gracias por sus elogios. Quiero darles la primicia de que todas estas historias han sido recogidas en un libro que espero publicar pronto.
El libro se llamará: "Vivencias en Broma y en Serio: Para Serios que son Bromistas y Bromistas que son Serios"
Actualmente está en revisión nada más y nada menos que por Nicolás Guevara quien también hará el prólogo.
Ya luego les sigueré informando.
Me parece como si estuviera escuchando a mis abuelos por alla por la ciudad del tunel de capilla,personas sencillas y poco letradas que habian heco suya esta forma de pensar o mejor dicho, de creer.
Estimadísimo ingeniero, qué gusto el tenerle por aquí. Sea bienvenido.
Muchos de los relatos históricos que leemos y escuchamos en el transcurso del tiempo están llenos de estos pequeños cuetos, que en su mayoría vienen una base real, pero que cuando se va contando de uno a otro, se acomoda la vivencia y cultura de cada uno. Cuando leemos la historia nuestra vemos como se distorsiona la realidad. Como buen ladrón que soy, intentare robarme una historia.
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