sábado, 8 de julio de 2017

No estoy loco

Por: Humberto Rivas

O estoy loco o los árboles me hablan
cuando el Céfiro de oriente golpea
sus copas y mi frente en mis instantes abstraídos
por la majestuosa obra de un pincel
que ha ataviado de enigma mi recorrido.
¿Será espejismo, o es algo natural que los agita haciéndolos silbar,
hablar y hasta cantar? No lo creo.

Muy cierto es que el viento toca con sus manos su flauta transparente
cuando viene de donde viene, y crea movimiento y sonido
en la floresta, como si ésta hablara, como si cantara,
como si se inclinara a decirnos un secreto.
Es ya sé un efecto natural, pero también sé que los sentidos nos engañan.
Cuando abrimos los ojos al horizonte nos parece que la Tierra es plana,
nos parece que el Sol se sumerge en una crepuscular caverna marina para liberar a la Luna, y que al final el mar es una gran cascada que se une con el cielo.

Nos parece que la luz sale de día porque le teme a la oscuridad,
y las estrellas de noche para conversar con el silencio porque de noche
se habla a media voz.
Yo lo que creo es que aunque parece natural,
también lo es que los árboles me observan y los observo,
me congratulan y me quieren contar un secreto.
Yo lo que creo es que los sentidos bromean con el intelecto
y aunque las cosas son lo que son, no siempre son lo que parecen.

Por eso digo que los árboles hablan sin parar
y me quieren contar un secreto.
Por eso digo que no es la brisa solamente,
es una apariencia para disimular
que buscan a alguien para conversar,
que buscan un interlocutor que no esté
excesivamente cuerdo.

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