Por: Nicolás Guevara
A Francis Caamaño
La hora intensa de la historia te hizo grande
grande como gigante que truena sobre montañas de arena
como rocío que se esparce en la aurora
grande, muy grande… como pedazo de cielo que
cae sin avisar.
Fuiste grande en ese instante del golpe
cuando de tu frente surgió una estrella
de tus manos, caracoles
y de tu fusil salió una flor.
Allí donde habita la verde hierba
frescas y llenas de sudor aún están tus huellas
provocándome cantar a la tierra, al pan, al amor
a la vida que brota en medio del pantano
entonces, grito a pulmón abierto
que mis venas como el viento están llenas de ti
y sobre el mar -donde flotan lirios encendidos y amarillos-
vuelan gaviotas de estómago cortado
cortada la vida, cortada la esperanza
y cortada la victoria.
No, no hay mármol tallado que te atrape
sólo el mar que te moja, Román, sólo el mar…
y se repiten las gaviotas una y otra vez sobre ti
las gaviotas… las gaviotas.
Esta tierra ha quedado sin tu sonrisa
sin tu mirada desprendida hacia la tarde
sólo piedras partidas, caminos cortados
voces desnudas ante el abismo
donde caen estrepitosamente.
Un viento puja con alegría
su esperanza fiel en la aurora.
Ya no hay marcha atrás:
¡Sembrar, es la palabra!
Sembrar huertos de flores permanentes
donde la primavera se prolongue
como alegría de multitudes
y los árboles crezcan verdes
en medio de la tierra
con sudor humedeciendo sus raíces
y tus sueños colgados a cada rama
porque ya basta de permanecer callados
de no forjar nuevos caminos
de no saltar con ira a sangrar la injusticia
ya basta de no gritar como trueno
tú también gritaste desde la montaña
desde la verde y eterna montaña
como Manolo y Luperón
gritaste desde la montaña.
(1985)
3 comentarios:
Gracias Nicolás por escribir este poema.
Gracias por permitirnos colocarlo en Naiboa Literaria.
Y gracias por "sembrar huertos de flores permanentes".
Caamaño vive
la lucha sigue
Gracias por la reflexión poética. Qué importante es recordar, reflexionar, y seguir sembrando, inspirados en el ejemplo de grandes luchadores como éste.
En mis viajes por el Sur, siempre tengo la oportunidad de recordar a nuestro Héroe Nacional Caamaño, ya que pasar por la Bahía de Ocoa, donde hizo su desembarque, privilegiando a esas tierras áridas y cecas, que sirvieron de refugio, sin que el pueblo se enterara, pero hoy hago mía las palabras de Nicolás, que me hacen reflexionar y reclamar justicia para cuanto han defendido la patria con sus vidas. Viva la revolución, vive el Presidente Caamaño.
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