Por: Jacinto Sención Mateo
Viene el río sonando tempestades
que inundan las calles de miseria,
río de maldad que se lleva entre sus garras los valores;
mientras hay una sociedad que finge ser feliz.
Pero el río sigue ahogando corazones
hasta dejarlos sin amor.
Sale el sol y los árboles siguen tristes
ronda la muerte
los ríos ya no hablan
sólo el silencio prolonga su murmullo
la tierra se mantiene estéril.
Así va pasando el día;
mientras que el viento de la desidia va desenterrando
una cosecha de huesos secos.
Naiboa Literaria ____________________
Un espacio para declamar la vida y desplegar el corazón
lunes, 9 de junio de 2025
sábado, 17 de mayo de 2025
Poeta
A Mario Benedetti
Por: Franklin A. Peralta E.
Noches que prohíben el amanecer
hasta convocar al Poeta.
Sepámoslo o no,
nos espera detrás de la puerta.
No importa si subimos o bajamos
él mueve su jardín botánico
y lo planta en medio del camino.
Antes de aprender a contar
ya contaba contigo.
Volé en busca del exilio
y lo encontré en una mujer
desnuda y entregada.
Pero regresé a tiempo
a la cordura de la patria.
Después de dar la vuelta al mundo
renuncié a ser pordiosero
y traduje a sagrado himno
tu Te Quiero.
Hay muchos poetas.
Algunos hasta nóbeles.
Pero tú abres las puertas
A los nóveles.
Poeta
ahora que te has ido
heredamos cantar tus amores.
Noches que prohíben el amanecer
hasta convocar al Poeta.
Sepámoslo o no,
nos espera detrás de la puerta.
No importa si subimos o bajamos
él mueve su jardín botánico
y lo planta en medio del camino.
Antes de aprender a contar
ya contaba contigo.
Volé en busca del exilio
y lo encontré en una mujer
desnuda y entregada.
Pero regresé a tiempo
a la cordura de la patria.
Después de dar la vuelta al mundo
renuncié a ser pordiosero
y traduje a sagrado himno
tu Te Quiero.
Hay muchos poetas.
Algunos hasta nóbeles.
Pero tú abres las puertas
A los nóveles.
Poeta
ahora que te has ido
heredamos cantar tus amores.
domingo, 27 de abril de 2025
El gorrión y su canto
Por: Ariel Vargas
Esa mañana, el cielo se tiñó de un gris plomizo, y el alba trajo consigo un sabor amargo, como el recuerdo de una fruta agria. Cuando el reloj apenas marcaba las doce, el gorrión, que antes tejía melodías de sol en el aire, calló. Su cielo, el espacio vibrante de sus trinos cotidianos, se desplomó, cubriendo con un manto ceniza las calles que solían danzar doradas bajo el sol caribeño. La isla entera se siente desolada, huérfana por la partida de tantos hermanos, amigos, hijos, padres. Escuece el corazón la ausencia de su canto, aunque sabemos que su eco resonará en cada melodía venidera. Una apnea colectiva sofoca el llanto de un país que, apenas la noche anterior, desbordaba alegría. Solo resta abrazar este dolor hasta que cicatrice en la memoria, atesorar las sonrisas que nos legaron. Porque, aunque hoy el cielo pese con su tristeza gris, confiamos en que un día el sol volverá a rasgar las nubes.
Esa mañana, el cielo se tiñó de un gris plomizo, y el alba trajo consigo un sabor amargo, como el recuerdo de una fruta agria. Cuando el reloj apenas marcaba las doce, el gorrión, que antes tejía melodías de sol en el aire, calló. Su cielo, el espacio vibrante de sus trinos cotidianos, se desplomó, cubriendo con un manto ceniza las calles que solían danzar doradas bajo el sol caribeño. La isla entera se siente desolada, huérfana por la partida de tantos hermanos, amigos, hijos, padres. Escuece el corazón la ausencia de su canto, aunque sabemos que su eco resonará en cada melodía venidera. Una apnea colectiva sofoca el llanto de un país que, apenas la noche anterior, desbordaba alegría. Solo resta abrazar este dolor hasta que cicatrice en la memoria, atesorar las sonrisas que nos legaron. Porque, aunque hoy el cielo pese con su tristeza gris, confiamos en que un día el sol volverá a rasgar las nubes.
sábado, 29 de marzo de 2025
Memoria del Viento II
Por: Jean Suriel
MI BARCA levó el ancla. Zarpó. Empuñé los remos en la distancia. Porque siempre la quise hui del pueblo a oscuras. No dije nada. Solo. Alcé las velas en la distancia. Pasó el tiempo. Distancia.
Aquella gaviota que veo suspendida posee el carácter de mi soledad. Calladamente sombría. Sencillamente sola. Vacía. En una brecha extensa. Sin ruta porque el sol aún duerme.
Hasta del viento estoy solo.
Continúo buscando sin encontrarla. Incansablemente. Penetro el mar y me pierdo en la distancia. Desesperadamente. Desembarco en todos los puertos. Apasionadamente. Aunque la busco en mí mismo, sigue perdida en la distancia.
MI BARCA levó el ancla. Zarpó. Empuñé los remos en la distancia. Porque siempre la quise hui del pueblo a oscuras. No dije nada. Solo. Alcé las velas en la distancia. Pasó el tiempo. Distancia.
Aquella gaviota que veo suspendida posee el carácter de mi soledad. Calladamente sombría. Sencillamente sola. Vacía. En una brecha extensa. Sin ruta porque el sol aún duerme.
Hasta del viento estoy solo.
Continúo buscando sin encontrarla. Incansablemente. Penetro el mar y me pierdo en la distancia. Desesperadamente. Desembarco en todos los puertos. Apasionadamente. Aunque la busco en mí mismo, sigue perdida en la distancia.
jueves, 6 de marzo de 2025
Necesidad
Por: Naomi Mulvihill
Cuando trabajé en el orfanato un chico vino
a cosechar caña de azúcar vestido con lo que
había llevado puesto para prostituirse en un resort de playa.
Sus compañeros de cuarto recogieron roca volcánica
la que luego me enteré se llamaba escoria—una palabra
cuya raíz nos da desecho, mierda
y excremento. Al borde del campo,
lo apedrearon. Veo todavía su azul menguante,
la agitación de su vestido al correr.
Por celos o aburrimiento también mataron
a los perros callejeros que cada uno había adoptado.
Entonces, no supe lo que era despertar
en la cama de una mujer y entrar al mundo
segura de que su roce habría de verse en mi piel.
Traducido por: Jorge Vessel (en The Unamuno Author Series Festival: A Bilingual Anthology, (Madrid: by The Unamuno Author Series and Desperate Literature, 2019)
Cuando trabajé en el orfanato un chico vino
a cosechar caña de azúcar vestido con lo que
había llevado puesto para prostituirse en un resort de playa.
Sus compañeros de cuarto recogieron roca volcánica
la que luego me enteré se llamaba escoria—una palabra
cuya raíz nos da desecho, mierda
y excremento. Al borde del campo,
lo apedrearon. Veo todavía su azul menguante,
la agitación de su vestido al correr.
Por celos o aburrimiento también mataron
a los perros callejeros que cada uno había adoptado.
Entonces, no supe lo que era despertar
en la cama de una mujer y entrar al mundo
segura de que su roce habría de verse en mi piel.
Traducido por: Jorge Vessel (en The Unamuno Author Series Festival: A Bilingual Anthology, (Madrid: by The Unamuno Author Series and Desperate Literature, 2019)
miércoles, 29 de enero de 2025
Gestación
Por: Nicolás Guevara
Eres verde
como una hoja
tu presencia
me parte la vida en dos
como tus ojos
tu origen
se desprende de la tierra
y tú, penetras en mis bienes
alegre
tierna
fecunda…
como la naturaleza.
(Tomado del libro: Las piernas de mi poesía. 1987)
como una hoja
tu presencia
me parte la vida en dos
como tus ojos
tu origen
se desprende de la tierra
y tú, penetras en mis bienes
alegre
tierna
fecunda…
como la naturaleza.
(Tomado del libro: Las piernas de mi poesía. 1987)
lunes, 16 de diciembre de 2024
Danza de dos en la penumbra de la piel
Por: Leonardo Nin
Del infinito a su falta
pendula la hebra por la que sube
la irrefutable dicha de tenerla cerca.
El último aliento atolondrado de su cuerpo
hace una maraña de tórtolas y golondrinas
esculpiendo círculos en el reposo de su respiro.
“Todo pasa y todo queda”
el tiempo colgado de su ombligo
se derrite gota a gota en su caverna,
en sus poros nace un río.
Yo nado, ella baila.
Lo negro del fondo me esconde;
el blanco de su vestido
la diverge: piel y suspenso.
El blanco de sus ojos la transpone,
aferrada al penúltimo hueso
de mi esqueleto de brea
derretido en los linderos de su cintura.
Eso somos en blancoynegro:
unísono monocromo del sentimiento,
bicromía tenue
para los ojos y el espanto.
(Tomado del libro: Espacio pagado. 2018)
Del infinito a su falta
pendula la hebra por la que sube
la irrefutable dicha de tenerla cerca.
El último aliento atolondrado de su cuerpo
hace una maraña de tórtolas y golondrinas
esculpiendo círculos en el reposo de su respiro.
“Todo pasa y todo queda”
el tiempo colgado de su ombligo
se derrite gota a gota en su caverna,
en sus poros nace un río.
Yo nado, ella baila.
Lo negro del fondo me esconde;
el blanco de su vestido
la diverge: piel y suspenso.
El blanco de sus ojos la transpone,
aferrada al penúltimo hueso
de mi esqueleto de brea
derretido en los linderos de su cintura.
Eso somos en blancoynegro:
unísono monocromo del sentimiento,
bicromía tenue
para los ojos y el espanto.
(Tomado del libro: Espacio pagado. 2018)
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