Por: Nicolás Guevara
No te alejes, aunque la
mañana quede tendida en el asfalto
no importa si el mar pierde
su color y la tarde cae como bruma
sobre las almas sin nombre
de la ciudad.
Quédate cerca y presiente el
invierno adormecido por los siglos,
la muerte de tus latidos
perdidos en la oscuridad.
Aunque la noche doblegue su
aroma en madrugada
y la incertidumbre del
silencio domine el amanecer
quédate a dibujar los días
con su misterio y su coraje hasta el fin.
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