Sandy R. Genao Cruz
En el transcurso de la existencia veo luces, muchas luces,
luces de todo color, de toda forma, de diferente intensidad. Luces que ciegan con su brillo, luces que
brillan por corto tiempo, luces que apenas mantienen un destello.
Luces que se apagan de repente, luces que perduran, luces
que opacan las demás, luces que dejan las otras brillar, luces que envidian la
luz de las demás, luces que desean las otras apagar, luces que por miedo no
iluminan, luces que explotan por vanidad o por codicia, luces que se creen
únicas, luces que se creen nada, luces que no saben si están encendidas, luces
que no saben que están apagadas.
Y es en el transcurso de la existencia donde las luces
cambian de color, de intensidad. Es en el transcurso de la existencia donde las
luces construyen su realidad.
Y si las luces asumieran su rol en cada momento, si vivieran
sus etapas de poca luz o brillo intenso, de colores diferentes, de convivencia
con otras luces, sin codiciar, ni
envidiar, sin vanidad y sin querer nada más que ser luces, luces para ellas,
luces para las demás, si sólo eso fueran no existiría división, esa que hoy
existe, ninguna luz se apagara, no hubieran luces tristes.
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