Por: Camelia Michel
Me encontré hablando miles de lenguas contigo: las romances
y las sajonas, las hijas del sánscrito antiguo. No quedó lugar sin recorrer en
la música, en el gesto silente de los mudos. Hablamos el lenguaje de las
bestias y toda suerte de sonidos no articulados: de la brisa que cantaba y del
hipnótico mar. Pero me ha quedado la duda: por ventura, ¿alguna vez entendiste
el esperanto de las almas? ¿Alguna vez sentiste guijarros en el estómago y un
nudo en tu plexo solar? ¿Alguna vez supiste el idioma quebrado y angustioso del
amor? ¡Ay, vida mía! Y si nos secuestra la aurora, ¿hablaremos el lenguaje de
los cuerpos, o habrá alguna boca que clame por auxilio?
No hay comentarios:
Publicar un comentario