Por: Jean Suriel
SI MI QUERER tu vida destruyera
jamás te amaría cuanto quisiera.
Si, al contrario, tu vida edificara,
eternamente mi vida te amara.
Es inefable este sentir que siento,
como arremete a la palmera el viento.
Y es tan grande el amor que te profeso
que es un pecado si no lo confieso.
Es tanta la entrega de este amor mío,
que no tanta fuera el agua de un río
cuando corre locamente hacia el mar.
Cuando estés segura de que te quiero
y de que por bien amarte me muero,
entonces comenzaremos a amar.
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