Por: Jacinto Sención Mateo
Amanecí con más dudas, las mismas de ayer, sumando las de
hoy y en espera de las del mañana. No distingo entre frío o caliente, bueno o
malo, ni el odio con el amor. ¿Será que no existo o que camino por las
tinieblas del inframundo? Cada paso que doy me sumerge en el abismo, tan
oscuro, triste y distante, donde la soledad es el veneno del alma. Voy
descendiendo poco a poco y en cada estación almas en penas asustan y confunden
mi existencia, se intentan comunicar pero enmudecen. Parecen adoloridas,
esclavizadas de sus propias arrogancias,
aturdidas y desenfrenadas en la inocencia de una libertad oprimida por
el desenfreno, que a todas has trastornado lo más profundo de la conciencia.
Tocando fondo, oscuro y solitario, dándome cuenta que el camino que había emprendiendo,
solamente pudo recorrer confusas y amargas miradas que en mi interioridad
sentía, calladas y sufridas, sin que la razón lograra comprender que en el
corazón el amor moría angustiado, deprimido y abrumado por la feroz caricia de
la soledad.
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