Por: Humberto Rivas
El amor infinito viene de más allá
el amor sustancial
que sustenta lo existente en la existencia
fuego astral que se derrama por el universo con el temple de
metal bruñido que atraviesa la estratósfera y con la suavidad de miel que
escurre de fuente imperecedera
y nos hace uno con el cosmos
y crea la vida cada día
y retoza de planeta en planeta
y de estrella en estrella
y de alma en alma
hasta la vastedad del océano interior también infinito.
Y se vuelve abrazo incandescente
que abrasa mi nada haciéndome todo
se vuelve sonrisa
humana
y acto de compasión
mano amiga humedecida de aladas palabras
que vuelan a la caverna de mi soledad
se vuelve pedazo de pan de vida
que corre por las venas.
Luz, ascua, centella, energía tierna sideral
vienes del más allá, te posas en el más acá.
Guías mis manos para recrear contigo la creación
recrearme yo en una expansión eterna de la bondad, ungir
heridas y remendar las ropas rasgadas del peregrino universal.
Y que no se vaporice, como el hielo glacial, la misericordia
de unos hacia otros plasmada en nuestros corazones como polvo de estrellas, y
si se evapora, que caiga otra vez como alegres moléculas de hidrógeno y de paz,
de helio y de perdón que alegren la nueva creación que ya en mí empezó.
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