Por: Humberto Rivas
No sé si fue tu sol o la espera
que tostó mis frágiles sueños.
No sé si fue tu frialdad o tu desdén
que paralizó mis pasos ante
el umbral del perdón.
Pero una cosa sí sé,
que mis llagas aún frescas están
ante un borroso semblante que inquieta
los mares de mi interioridad.
Que el fantasma de tus besos
muerde mi sombra
y no me deja reposar.
Que duele cada rincón donde
estuviste tú, y que duele más la
vida
atascada en ausencias.
Pero más me duelen los ojos cerrados
a otras presencias, ya que quizás
otros
habrá que quieran bailar la danza
de la hospitalidad.
Duele, a decir verdad,
el simple hecho de amar.
Porque, ¿qué es el mundo sino un
vuelo sobre acantilados?
¿Qué es la vida sino desplegar las alas,
acurrucarlas, extenderlas nuevamente
y volar hacia
el infinito empapado en miedo?
Soñar contigo y despertarme de golpe sin ti
bajo la lluvia en una mañana
fría.
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