domingo, 25 de marzo de 2012

Acogida

Por: Humberto Rivas


Cuando a mi puerta una mano

anónima golpee sin avisar,

la dejaré pasar sin cuestionar

y sus miserias

junto con las mías

se entrelazarán

en un convite de

mutua compasión.


Sus dolores junto a los míos

se apaciguarán

con el bálsamo

de la fraternidad,

y vibrará la música de la humanidad

en nuestras conciencias

adormecidas.


Sus ojos perdidos

se encontrarán con los míos

distraídos.

No esquivaré la mirada,

lo invitaré a pasar, y en mi

tienda de beduino beberemos

un té de hospitalidad en este

desierto de los corazones.

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