lunes, 27 de junio de 2011

Llamadas sin dueño

Por: Franklin A. Peralta E.

Me siento
en el centro de mi ser
miro alrededor
y sólo veo
el verde olor
a hormigas muertas.
Contemplando sus cadáveres
descubro que no sintieron
las muchas llamadas sin dueño
anunciadas con melodías
llenas de tormentosas esperanzas.

El dolor a alcohol del deseo
da gritos de placer
ante el anuncio del exterminio
del francotirador de mi orgullo en recreo.

La cansada danza de pasión débil
es el preludio en palabras
de un llanto retrasado por la desgracia.

El desánimo de los moteles
se hace presente
por la prolongada ausencia
de los juegos infantiles
de este adulto que se conforma
con ofender a estos papeles.


(El final en el inicio del 2003)

jueves, 23 de junio de 2011

Sueño y deseo

Por Albania Camacho

Deseo tener la dicha de conocerte, para mecerme en los brazos de mi amor, saciando los placeres reprimidos de sentir la sensación de tu ser asomándose en la profundidad de mi piel.

No me queda más que cerrar los ojos, soñar con los días en los que te entregue las ganas que me vibran en el cuerpo, acurrucarme, contemplar la luna… abrazar mi almohada imaginando que te tengo entre mis brazos.

No necesito tenerte a mi lado para estar contigo, para llevarme a tus brazos. Estás aquí conmigo en mis sueños, en mis pensamientos, en mis deseos de tenerte, de sentirte mío.

Me muero por verte, no lo puedo negar. El día que pueda abrazarte seré una mujer radiante, sensual que responderá a los placeres más profundos de nuestras almas.

jueves, 16 de junio de 2011

Consciente ilusión

Por: Héctor Martínez

Llegas
te siento
no tocas
y te abro la puerta.

Te sientas
titubeas
me lo haces sentir
sólo estás de pasada.

Intermitente y temerosa
vuelves
regresas
zarandeas mis ansias
agitas mis dolencias
de nuevo te levantas
y me dejas sin respuesta.

Te vas
vienes
me abrazas
y cuanto más
mi conciencia de ti más se encanta.

Y poco a poco se sosiega mi alma
se desinteresa mi carne
casi muere tu imagen
que nunca trascendió el sueño
presencia inventada.

Si un día te enteras
de ésta mi bien vivida ilusión
sólo duda
sin preguntas
no me pidas más confesión.

domingo, 12 de junio de 2011

Amolando y siempre boto

Por: Rafael Álvarez de los Santos

Changao es un señor de mi natal Cevicos a quien los niños llamaban el único chino del pueblo por el apodo que exhibe. Se gozaba este chiste y a la vez divertía a los niños con sus ocurrencias intentando hablar como los chinos.

Es un señor serio, respetable y un trabajador empedernido. Había logrado hacer cuantos trabajos se pudieran honradamente.

Ha sido mecánico, gomero, tenía una fritura, vendedor de gasolina detallada, vendedor ambulante de múltiples cosas como arepas, helados, bollitos de yuca, frío-frío en un triciclo, tenía un punto de vender víveres al lado del parque central y un amplio etcétera, para acortar el extenso currículum de este señor.

No obstante sus múltiples trabajos, casi todos de chiripero, vivía en condiciones de pobreza casi extrema. Su apego a la vida y a los valores de la honestidad y la honradez les hacían trabajar más de la cuenta para mantener una familia de siete hijos, casi todos pequeños.

La vida de Changao no era asumida como ejemplo por las generaciones más jóvenes, pues llegaban a afirmar que “Changao es el vivo ejemplo de que una persona no progresa trabajando” Los más adultos decían “El pobre Changao se la pasa amolando y siempre boto”.

Cuando algunos jóvenes eran increpados por su tendencia a la vagancia y hacer esquinas en los parques del pueblo, sus respuestas (a modo de justificación) eran: “¿Para qué uno va a trabajar?, ¿Pa’ vivir como Changao, amolando y siempre boto?”

El protagonista de este “pesimismo” no pensaba lo mismo, pues decía que lo único que podía dejar de herencia a sus hijos era el trabajo y forzarlos a que estudiaran, porque de ahí era de donde podrían sacar algo.

Lo extraño de todo esto es que la población miraba el lado opuesto del esfuerzo de nuestro personaje, en vez de mirar el ejemplo de lucha y desafío constante a la vida y a la situación que hoy muchos prefieren llamar “coger lucha”.

La tendencia a lo fácil de la sociedad contemporánea se iba reflejando en cada ocasión que una persona veía en Changao una justificación para no trabajar o, como decían ellos, “pa’ no dar un golpe ni de karate”. Los hijos e hijas de este señor defendían a su padre en cada ocasión que los amigos les mencionaban el caso: “Lo que yo sé es que mi papá no roba”, repetían hasta la saciedad. En esto último se puede notar que el mensaje que quería enviar a su familia estaba calando en sus vástagos y ésta era la mejor noticia para Changao.

Todavía recuerdo cuando uno de sus hijos inventó una sillita voladora en el patio de su casa con madera. Esto constituyó toda una novedad pues este entretenimiento sólo era visto en las fiestas patronales y ahora podían verlo a diario. La gente acudía en masa y pagaban para montar a sus niños y niñas en el novedoso invento, mientras sus hermanos se encargaban de amenizar el lugar a ritmo de merengue y bachata y vendían una que otra comida… hasta palomitas de maíz.

El hijo mayor, que siempre le acompañaba en todos sus negocios, comenzó a trabajar como cobrador de una guagua que venía de Cevicos a la Capital. Hoy en día este joven es el dueño de su propia guagua y además tiene dos vehículos que viajan de Cevicos a Cotuí y una yipeta para rentarla.

Como vemos, quienes han salido adelante no son los jóvenes que se mofaban de Changao y de su obstinada pasión por el trabajo, sino los hijos que defendían a su padre en cada acción que realizaba por su bienestar.

Hoy Changao afirma que si ver a sus hijos e hijas trabajar honradamente, si verlos terminar su bachillerato y universidad, si el sentir que hoy pueden “meterle la mano” aligerando su carga se puede considerar fracaso, entonces él no tiene ningún problema en seguir fracasando; aunque se le siga diciendo que permanece “Amolando y siempre boto”.

lunes, 6 de junio de 2011

Gratitud I

Por: Nicolás Guevara

Firmeza y calidez en el horizonte.
Sueños destilados sin verbo
ni gesto de dolor
donde la templanza atraviesa el tiempo.
Pesar escondido, bondad desnuda
cómo crece obediente la vida
cómo dejó una mujer tendida a su orilla
de escapado aliento y ternura rota.
Recompensa ida al amanecer
en repetido martirio de mujer.


(Poema perteneciente
a una publicación de reciente aparición).